Viaje a Egipto para dos personas
Fletcher tenía razón. La KV435 era la tumba de Nefertiti. Antón era ahora su custodio en un hotel del Cairo. Y si su esposa Merche se empeñó en acariciar al joven nubio que la había perforado con unos ojos intensamente azules, era porque abrazaba anhelos parecidos a los de su marido. Ambos iniciarían una vida distinta si lograban volver con sus trofeos.
Nefertiri y Shabako, el pastor de los ojos azules, llevaban tres mil años soñando con renacer lejos del Valle de los Reyes, donde Merche y Antón ocuparían su puesto. Y sólo había pasajes de regreso para dos.
“Alonso Marbán”