Estoy reventada. Ceno de cualquier manera mientras miro las noticias y me tumbo en el sofá. ¡Qué ganas tenía de poder relajarme, con mi manta, bien calentita! Nala, mi pequeña perra que me sigue allá donde voy, también se sube el sofá y se coloca detrás de mi espalda. No estoy muy cómoda, pero ya estoy acostumbrada. Acaricio la cabeza de Nala con una mano y con la otra sujeto el mando para cambiar de canal cuando lleguen los anuncios. Los ojos se me empiezan a cerrar ...
Cuando me doy cuenta, una señora que tira las cartas del tarot aparece en la pantalla del televisor. Hace horas que debo estar durmiendo. La mujer está mostrando unos dibujos que me horrorizan. <>, pienso.
—Mal día para ti, amiga Aries—dice la tarotista—. Evita el número tres, no te traerá nada bueno.
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Medio dormida, apago la tele y me voy a la cama. La noche aún es larga y quiero descansar en un lugar más cómodo. Aparto los tres cojines que lo decoran y enseguida me tapo bien con el nórdico.
Tic-tac, tic-tac ...
No puedo dormir y el sonido de las agujas del reloj del comedor resuenan con fuerza en mi cabeza.
Tic-tac. Las ideas se van enturbiando y las imágenes que evoca mi mente se mezclan de manera absurda. Qué dulce sensación ... parece que por fin me duermo .
De repente, me desvelo.
Tic-tac.
Las manillas del maldito reloj parecen anunciarme que el tiempo va pasando y que yo todavía estoy despierta. Miro hacia el techo, donde unos números rojos proyectados por el radio-despertador me indican que son las 03: 22h. Intento mover una pierna por girarme; no puedo. Lo intento de nuevo con un brazo; tampoco. Estoy inmovilizada. Me asusto.
Tic-tac
Grito para pedir ayuda. En realidad, nadie me escucha porque soy incapaz de emitir ningún sonido.
Tic-tac.
Comienzo a sudar, angustiada. Quiero despertar de esta pesadilla. Siento un zumbido lejano que no sé de dónde viene. Me concentro para enfocar toda mi energía en la garganta e intento gritar de nuevo: nada.
Tic-tac
De repente, el zumbido se me acerca y me rodea, lo siento con tanta fuerza que ya no soy capaz de escuchar nada más. Una fuerte energía me oprime el cuerpo. Intento deshacerme, pero mis músculos no responden.
<>, me repito mentalmente. Tengo la sensación de ser un insecto atrapado en una telaraña, a punto de ser devorado.
Nala entra en la habitación <>, pienso, <>. Pero Nala se tumba junto a mis pies.
<>.
Hago un esfuerzo por gritar su nombre, pero las cuerdas vocales me fallan de nuevo. Intento tocarla con los dedos del pie pero es inútil: mi cuerpo permanece inmóvil. Siento que me ahogo y creo estar llorando. Levanto la mirada hacia el techo: son las 03: 33h.
Tic-tac, tic-tac ...