Está segura que toda esa gente escucha las mismas voces que las que ella escucha en su mente, dentro de su cerebro. A martillazos, o clavando punzones para atraparlas, es la mejor manera de liberarlas a todas en una labor solidaria sobre la que no quiere agradecimientos ni recompensas. La última regalía será dejar de escuchar las suyas propias. No importa el tiempo, ha sido elegida, ungida en una superheroica labor tal como le dicen otras voces nuevas.