Éramos tres y solo tres. Hubo una vez a temprana edad que mi memoria empezó a fallar, fue repentino, recuerdo en aquella época que se escuchaba en la radio una música horrenda de muy mal gusto. Comencé a soñar con tijeras de podar y cabezas de chancho pudriéndose, a medida que pasaba el tiempo los sueños de volvieron más vividos, al principio comenzaba a sentir olores, reconocer escenarios y luego sentía un implacable miedo al despertar. Comencé con terapia la cual percibía como una maquinaria tormentosa de tiempos impíos, en este lugar solo habitaban locos y viudas, pero mis sueños continuaban junto con la música que de momento continuaba tarareándome un agudo sonido, en la terapia tuve cortos lapsos de ausencia de mi ser producto de la hipnosis reconstructiva. Pero seguíamos siendo tres, mi trabajo era prospero, nuestra casa era pequeña pero suficiente, era todo lo que nos habían dejado. El empezó a aparecerse en mis sueños, al principio me mostraba senderos desolados por los que caminábamos por largo rato sin hablar, siempre el mismo camino, un aspecto siniestro pero familiar, al cabo de semanas repitiendo la secuencia llegamos a destino, una casa. El me mostró sus tijeras de entre todas las herramientas y comenzó a cortar, al principio yerba pero el esfuerzo era menor y eso lo alteraba, no sentía placer cortando un material tan frágil, al final lo comprendí, el solo disfrutaba cortar cuellos y personas mientras me hacia observarlo. Desperté en mi cama con una agitación interminable, había sangre en la punta de mis dedos, esa noche la música había tomado el control de mi cabeza, los sonidos eran constantes y comenzaron a sonar como una radio perfecta. La noche siguiente desperté en el patio, solo con el agudo ruido en mis oídos, la puerta estaba cerrada desde dentro, así que decidí esperar unos momentos antes de solicitar que me habrán, mi hermana mostro cara de asombro abriendo sus ojos al verme llegar en mi estado. Desperté la noche siguiente de mi cama silbando esta estúpida melodía. Conté todo lo sucedido al terapeuta, detalle todo y al final la música me termino sacando de allí, ese ser con ojos saltones y facciones de puerco talvez era yo.