La oscuridad me ahoga, me asfixia. El golpeteo en mi cabeza me recuerda que aun estoy viva y el olor a putrefacción y muerte inundan mis sentidos.
Me precipito en una vertiginosa caída y en mi mente una palabra... Muerte, muerte. Pero no lo estoy. No estoy muerta. El dolor me recuerda que sigo en este mundo y ese nauseabundo olor, que hace que la bilis suba hacia mi boca.
Espero el golpe pero nunca acabo de caer. De pronto, silencio y quietud. Intento moverme, pero no puedo, mi cuerpo no responde. ¿De dónde viene ese olor?. Comienzo a ver, una difusa luz y movimiento a mi alrededor. No se que es, sombras negras me rodean y un intenso dolor atraviesa mi costado. Miles de agujas se clavan por mi cuerpo. Quiero levantarme y escapar, pero no puedo.
Ahora veo con claridad. Las alimañas me devoran, arrancan mi carne podrida mientras yo soy una espectadora de mi propia muerte.
Duerme tranquilo mientras puedas. Llegado el día, nadie podrá asegurarte que no vivas mi misma suerte.