De un salto me siento en la cama. Estoy agitada, sudada, me falta el aire. De un tirón echo a
un lado las sábanas blancas que cubren mi cuerpo empapado. Me quito la camiseta que uso
para dormir y me recuesto. Fue solo una pesadilla; respiro profundo y cierro los ojos en busca
del bendito sueño. Doy vueltas de un lado a otro y a estas horas me pasa de todo por la
cabeza: las tareas pendientes; el chico que me invitó a salir; las idealizaciones de cuanto venga
a tema en ese momento; las imágenes tenebrosas de esa peli de terror que nunca he
superado. Me hago un video mental de que cada pensamiento es un trozo de papel que troceo
y desaparezco y solo está permitido tener la mente en blanco. Literalmente, imagino un fondo
blanco para intentar dormir; pero hace demasiado calor. Tengo sed. Me levanto irritada por el
desvelo inoportuno y me acerco tanteando en la oscuridad a la puerta del cuarto; pero me
percato que voy sin ropa y me da vergüenza. No hay nadie más en casa, yo vivo sola, pero me
entra un deseo indescriptible de ponerme rápidamente la camiseta. Abro la puerta y deslizo mi
mano abierta por la pared intentando encontrar el interruptor para encender la luz del pasillo.
Llego a la cocina y lleno un vaso de aguapara llevarlo al lado de la cama. Busco ahora con mis
manos estiradas el pomo de la puerta, lo giro y no abre, lo intento una vez más y esta vez doy
un golpe con mi cadera contra la puerta. Se abre abruptamente y del impulso que llevaba dejo
caer agua al piso. Me acuesto mirando la oscuridad del techo y poco a poco mis ojos se van
cerrando.
La veo tan serena, tan calmada. Duerme como un ángel. Solo quisiera tocarla. Sentir esa
piel tan tersa. Mira como le caen sus cabellos en el rostro, le deben molestar. Me acerco al
borde de la cama y con la punta de mi dedo hago a un lado ese manojo de pelos negros y
develo su rostro. ¡Qué bella es! Estoy enamorado. Cada noche me desespero tras esa puerta
esperando a que duerma para poder contemplar de cerca toda su hermosura, para cuidarle el
sueño, para quererla. Una de sus piernas esta al descubierto, puedo ver todo su muslo y la
tentación me lleva a acariciarlo. Se mueve, pero sigue dormida, sé que lo disfruta. Escurro mi
mano baja las sábanas y la siento, al fin puedo tocar su piel esta noche. Se mueve
rápidamente. Me he sobrepasado, rápido me escondo bajo la cama. Se ha despertado, la
escucho sofocada. Seguro tuvo una pesadilla. Sus pies se asoman y veo que va desnuda, solo
veo su espalda, con una curvatura perfecta; se gira y logro verla, toda. Se pone la camiseta y se
va hacia el pasillo. ¿Qué hace que no viene? Me pego detrás de la puerta para intentar
escucharla. Y veo la sombra de sus pies, me empuja y regreso inmediatamente a mi escondite.
Deja caer agua en el suelo y se acuesta. Me levanto cuando ya sé que duerme. Me acerco
nuevamente y la veo resplandecer en su sueño profundo. Ya me voy por hoy, mañana regreso a
verte. Me dirijo hacia la puerta y resbalo con el agua del piso. Mi cabeza se golpea fuertemente
contra el borde de la cama y mi cuerpo deja de pertenecerme. Se levanta asustada y grita sin
parar. Al menos ahora podré verla todas las noches sin tener que esconderme.