Emily estaba perdiendo la cordura lentamente, sentía que un horrible monstruo la perseguía y la espiaba en todas partes, siempre esperando la oportunidad para poder matarla, acechándola en la oscuridad.
Todos los días se encerraba en su habitación sin salir, pero una noche accedió a cenar con su familia. Sin embargo, al sentarse a la mesa, vio por la ventana como la silueta de la criatura se iba acercando a la casa, intentó tranquilizarse diciéndose así misma que era imposible que entrase puesto que era un lugar seguro. Empezó a comer, cuando notó como un grueso clavo se hundía dolorosamente en su paladar, de su boca empezó a brotar abundante sangre, Emily se quedó totalmente paralizada de dolor. Se preguntó quién podría haberle hecho una cosa tan espeluznante, a la misma vez que escuchaba la risa sombría del monstruo afuera. Miró a su marido y a su hijo y vio que le sonreían con unas sonrisas totalmente tétricas. La mujer llegó a la conclusión de que ambos se habían unido con la criatura para matarla. En un intento de protegerse, cogió el cuchillo que y huyó hacia el baño.
Una vez ahí cerró la puerta, pero enseguida escuchó el sonido del monstruo acercándose y situándose enfrente del lugar donde estaba escondida. La manija de la puerta empezó a moverse y la criatura, consiguió abrir la puerta, apareciendo una mano cadavérica con una cara con cientos de ojos persiguiéndola. Emily se abalanzó sobre ella y le clavó el cuchillo que tenía en la mano, un horrible quejido salió de ese ser, muriendo al instante. ¡Por fin se había acabado su sufrimiento!
— ¡¿QUÉ HAS HECHO?! —gritó su marido al ver la escena.
Emily miró al ‘’monstruo’’ que había matado. El monstruo era su hijo el cual llevaba clavado el cuchillo hasta el mango en uno de sus ojos, el niño estaba totalmente quieto y no reaccionaba ante las acciones de su padre. Había matado a su propio hijo creyendo que era el monstruo, ante el horror de esa realidad, Emily se orinó encima y sollozos incontrolables empezaron a salir de sus labios. A pesar de todo este sufrimiento, notó la presencia de la criatura detrás de ella riéndose a carcajadas.
Varios meses después, se encontraba en un sitio con las paredes totalmente blancas, en una esquina con una camisa de fuerza se encontraba Emily, repitiendo siempre las mismas palabras en voz baja.
—Me está persiguiendo, me está persiguiendo, me quiere hacer daño…
El monstruo se había desvanecido al poco de entrar a ese lugar, le daban un tipo de medicina que había provocado su desaparición. Sin embargo, otro ente había aparecido y esta era, incluso más terrorífico.
—Mamá, ¿por qué me mataste? —decía el ente espectral con la forma de su hijo—Solo quería saber cómo estabas. Mamá, ahora siempre estaré contigo, siempre te perseguiré.
Emily metió la cabeza entre sus rodillas, mientras lloraba, sabía que a partir de ahora siempre le perseguiría este ente, siempre le perseguiría la culpa.