Periferias
Aquel no era un lugar común . Atribuible a una experiencia terrorífica sin más. El
tiempo se abría a un ahora en expansión extraño y pavoroso. En esa habitación los recuerdos convivían con los espectros de los sueños que vagaban la indefinición de su inmaterialidad.
Leonor temía las horas de descanso, dormir podía equivaler a no despertar nunca
, a morir de una vez y de esa forma. Por eso en vano procuraba aguantarse despierta , hasta que las fuerzas comenzaban a vencerla. En ese cansancio acumulado las criaturas que atribulaban su desesperación, paulatinamente iban cobrando vida. Empujándole a confines ignotos, donde también las palabras jugaban la danza macabra de la incertidumbre. Acaso porque la muerte iba anticipándose en su visita, prestándole a Leonor toda clase de pensamientos inquietantes.
Quiso el destino tejer una urdimbre de azares y causalidades que explicara como
vienen a ocurrir algunas cosas, y Leonor sólo con su nombre fue arrojada de la página de la ficción, formando un golem conminado a vivir en la mente de lectores siempre ávidos de aprehender de las nuevas veleidades del lenguaje.
Pero la audacia del arte no siempre se revela suficiente para calmar las apetencias
de los espíritus atormentados, y entonces quien configuró la ilusión efímera de la existencia de Leonor vio que le seducía plasmar otros nacimientos.
Súbitamente ella se vio arrojada de todo infierno o paraíso. Desintegrándose en la
metafísica improbable de su devenir incierto. Ni siquiera tuvo el consuelo, frente a la omnipotencia de su creador, de aspirar a deambular por la página eterna de un purgatorio cualquiera. Hasta le fueron vedadas las periferias.