PASIÓN NOCHE DE
Seudónimo: Islero
Sube al ascensor jadeante con un profundo aliento a tabaco y el aroma aún tierno del último coñac apurado de un trago. La lleva cogida por una cintura de alga con una mínima falda que deja insinuar el principio de sus nalgas y unas medias de amarillo chillón, apenas sostenidas por unas ligas que aprietan demasiado y dejan marca en sus muslos. Le habría gustado que fuera como una golondrina surgida de la nada que dibuja cicatrices en el aire, pero ha tenido que rendirse de nuevo a la realidad, así es que tendrá que pagar, como siempre.
El coñac va haciendo su trabajo; le quiere quitar la ropa, aunque ella se resista un poco, lo justo. La aprieta sin parar, le soba el pecho con una mano mientras con la otra busca la llave de su nido. No hay remedio: les espera la cama en la que desde hace tiempo se ha trabajado a chavalas jóvenes, a maduras indecentes, a promiscuas prostitutas, a gente que felizmente ya no recuerda. Y al fin se iluminan sus ojos y consigue besar desnudos hombros los y dolerle a comienza cabeza. Comen se mordiscos a carnosos labios los, mientras manos sus aprietan sienes las a reventar de punto fuerza con.
Quitando le va escasa la ropa deseo con, ganas con sexo de. “Brandy de Jerez”, lee en el luminoso de enfrente de la casa decimonónica con habitaciones de aspecto fantasmagórico donde siempre busca la intimidad y su luz casi violeta da una tonalidad sobrecogedora a los rostros, que comienzan a estar sudorosos conforme se van desgarrando los labios e intentan sacar de sus dedos algo parecido a unas caricias que nunca han tenido nombre, y el sexo va haciendo acto de presencia sobre las sábanas descoloridas.
“Brandy de Jerez” lee otra vez y la muerde en su cuello con una pasión que no recordaba en su juventud ya desolada; la muerde, la muerde hasta hacerle moratones en sus senos voluminosos, que tienen huellas de haber parido recientemente… Y cree comenzar a amarla, aunque pueda parecer mentira, cree que su vida de nuevo vuelve a tener sentido a pesar de todo, aunque aún no comprenda qué le tiene deparado el destino.
No se detiene en las caricias que una vez aprendió de una mujer que ahora es una sombra de adobe con quien dicen tuvo un hijo y de los que nunca más se ha sabido. Y poco cierra a poco ojos los. Pasión con pone se encima ella de hasta quedan que rendidos; vuelve por la mirar a ventana, “Jerez de Brandy” nuevo de lee luz sobre la azulona. Y bajo palpa almohada la palpa para su encontrar cuchillo. Sólo han pasado algunos instantes que se agolpan en su mente como cicatrices de agua y, mientras escucha alejarse un rumor de sirenas somnolientas, nota el líquido pringoso de la sangre descender sobre el filo. Quizás esta sea vez la última y así descansar pueda, rogar parece.