Él siempre había estado ahí, observándola. Su fuerte obsesión por el rastro del intenso olor de su perfume y esos tacones de aguja que le hacían parecer tener unas piernas infinitas, le habían llevado a la locura más oscura y extrema que nadie podría imaginar.
Marcos llevaba meses sin dormir, sus ojeras hacían ya juego con su pelo negro carbón y el inquietante tic en los dedos de su mano derecha cada vez era más recurrente. Nadie le daba demasiada importancia a su lamentable estado, Marcos apenas tenía conocidos y mucho menos amigos. El que más y el que menos, achacaba esa situación a su trabajo, trabajo el cual había perdido desde hacía tiempo.
Marcos vivía obsesionado con las mujeres y con todo lo que tenía que ver con ellas. Se vestía, maquillaba, perfumaba como una más y excitado se miraba en el espejo dejando de ser él. A Marcos no le importaba como fuesen, le daba igual su altura, su peso, su edad, le gustaban todas, pero tenía una favorita, Nicole.
Nicole tenía hasta el nombre de película. Su sonrisa encantadora tenía fascinado a medio barrio, el otro medio soñaba con ser su marido, ese que nunca estaba.
Marcos se escapaba por las noches e iba a merodear a la casa de Nicole, imitaba sus pasos, sus gestos, su risa. Marcos deseaba ser como ella, la deseaba a ella.
Tantos eran los años que Marcos dedicó a hacer lo mismo que era momento de pasar al siguiente nivel. Tenía controladas todas las salidas que Nicole hacía, donde iría y cuanto tardaría. En una de las habituales partidas de Nicole, Marcos aprovechó para entrar por la ventana que sabía que estaría entreabierta, subió hasta el dormitorio de Nicole, se escondió en el armario rodeado de los vestidos que tanto anhelaba y que todavía tenían impregnado el olor de su perfume y se quedó esperando durante dos horas a que esta llegara. Se quedó allí toda la noche, sin hacer mayor movimiento que el del tic de sus dedos y el involuntario de su excitación. Marcos repitió esta rutina durante meses, a veces acariciaba el cuerpo de Nicole mientras esta dormía y le susurraba que algún día él sería como ella.
Nicole empezó a sentirse intrusa en su propio cuarto, se sentía observada, quería cambiar de hogar, tenía miedo.
Marcos sabía de su situación, pero su obsesión podía más que su piedad. No podía permitir dejarla ir.
En una de sus habituales escapadas al armario de Nicole, mientras esta dormía, la asesinó, violó incluso cuando las fuerzas flaqueaban, la descuartizó, trituró y tiró por el retrete hasta deshacerse de cada parte de su cuerpo.
Marcos corrió a la habitación de Nicole, se dio un baño, se puso su vestido favorito y una peluca que llevaba para disfrazarse de mujer idéntico al pelo Nicole. Empezó a actuar como ella, pasando ante los ojos de los vecinos totalmente desapercibido.
Su momento había llegado. Ahora él, era ella.
Imagen: Adjunta en el mail*
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