Lo Noto. Esta fuera, en la noche. No anda. No corre, simplemente se aproxima. Me acerco a la ventana. Siento las suelas de los zapatos desprenderse del suelo. Me acerco para correr la cortina. Me pregunto cuanto tiempo lleva allí fuera.
Hace mucho que intento huir de él. Lo dejamos atrás, esa noche en la que papá me llevó en sus brazos.
Miro el reloj, es tarde. Mi esposa esta durmiendo. Antes la he notado extraña, como si ella también supiese que llegaría.
Pongo la música clásica que tanto le gusta. El tocadiscos, la aguja en el vinilo. Antes de bajarla la observo, fina, delgada... Cierro los ojos y sonrío. El ruido lo ahuyentará. Apago la luz del comedor y me dirijo a la habitación.
Ya le he hablado a mi esposa sobre él. Creo que lo ha visto alguna vez. Pero me trata como un loco, mirando con esos ojos hundidos siempre en el suelo. Hace como si no me creyese... Pero eso siempre regresa.
Empiezo a temblar. Me abrigo en la cama, con la luz encendida. Miro al pasillo, oscuro. La música sigue sonando mientras cierro los ojos, pensando en aquella vez...cuando abrí la habitación. La música se para justo cuando recuerdo abrir la puerta y gritar.
Lo he oído. Su mano en la aguja, apartándola, dejándola suavemente en su sitio.
Viene a por mí.
Me levanto torpemente. Cierro la puerta, con la silla de mi escritorio en el pomo. Y observo...
El pomo esta quieto. Esta dentro, en la casa, lo noto. El pomo esta quieto. Esta cerca, lo siento...
“No he sido yo hijo...no he sido yo”, papá me abrazó con las manos llenas de sangre.
Me acuesto al lado de mi mujer, dormida. No puedo dejar que el miedo me domine. Me cubro con la manta y apago la luz.
“No abras la puerta” Sangre. Mi madre en el suelo.
Me despierto con un grito. He notado esa mano sobre mí. Enciendo la luz al instante, y la oscuridad desaparece. Ha estado aquí, ha logrado entrar. Está dentro de mí.
Me tiemblan las manos. Oigo la puerta de la calle. Mi mujer no está a mi lado, la silla no atranca la puerta.
Cuando salgo veo a mi mujer, a punto de salir de casa. Me mira con miedo en los ojos, con una bolsa en el hombro.Va a llorar, se agacha como un perro asustado.
Ahora lo entiendo. Recuerdo la sangre de mamá, aquella noche. No fue Papá. Fue aquello.
Me acerco a ella. Pero no soy yo, yo nunca la haría daño. Veo esas manchas oscuras en su cuerpo y se que eso no se lo he hecho yo. Ahora está dentro de mí. Una vez más. Y sonríe.
- Te lo dije