¿Por qué esa mirada desencajada? ¿Acaso no me escuchas, cielo? ¿Es que te he mentido alguna vez en estos tres años que llevas conmigo? Te digo que no sufrirás más, vida mía. Mañana mismo dejarás este agujero vil, oscuro y hediondo. Extirparé los nudos que ahora cercenan tu carne tierna; lavaré tus heridas con ungüentos de mil especias aromáticas y ornaré tu cabello con flores y frutos de este mismo bosque que tan bien nos ha escondido hasta ahora. Serás libre, por fin, como yo. Libres los dos para hacer felices a todos aquellos que ya te esperan.
Amor, centro de mis entrañas, mírame sin crudeza, te hablo del día más importante de nuestras vidas, un día que habremos de paladear bien. Mañana sabrán de ti y se regocijarán conociendo tu dulzura, deleitándose en tu frescura y suavidad, recreándose de manera insaciable en tu carácter meloso. Sí, sol mío, mañana en el restaurante estarás en boca de todos.