Una sensación de cosquilleo le invadió el cuerpo. Sara despertó de su sueño profundo. Trató de moverse, pero estaba atada a una superficie. Cuando recuperó del todo la consciencia, estaba de pie, espalda con espalda en una plancha de metal. Desnuda. Las luces se encendieron. Un público, con máscaras blancas y una sonrisa de color negro dibujada en ella. 40 dolares dibujados en un fondo negro, era el precio de su primer miedo. Cuando miró a sus extremidades, estaban llenas de esas alimañas, subiendo por sus brazos y piernas, descubriendo las intimidades del interior de su ropa. Tragó saliva y comenzó a implorar que es lo que querían, pero no respondían, solo movían sus cabezas de lado a lado, con esa maldita mascara. Un silbato sonó, las arañas se pararon en seco y bajaron hasta llegar al suelo. Se alejaron y el fondo se volvió a iluminar. <>. Una mano se levantó, ladeando su cabeza y la voz en off celebró esa decisión. Por el doble, un filo pasaría por su cuerpo, sin saber cuando cortaría su carne. Un hombre corpulento, con la misma máscara, comenzó a pasar un machete por cada lado de su cuerpo. Sara comenzaba a temblar. Pasó por su muslo y ante un descuido, la principal arteria se cortó y la sangre empezó a brotar. La voz en off empezó a reírse, diciendo que el precio era un dos por uno. Sara intentó forcejear, pedir ayuda y clemencia, pero no podía ver los rostros de esas personas, no sabía quien se ablandaría por ella. <>. La sala comenzó a rugir y las manos a levantarse. El encargado del macabro espectáculo, pidió calma, que la noche estaba llena de suculentas presas. Ahora pedía el doble por el siguiente miedo de Sara. Ella, atemorizada por saber qué era, dijo que haría lo que estuviera en su mano por no vivir lo siguiente. Se conocía, anhelaba olvidar las experiencias pasadas, pero parecía que eso no sería posible. <> gritó el responsable entre aplausos. Una mujer, de edad mediana, muy parecida a su madre, se plantó delante de ella. Tenía una sonrisa amable, le decía que iría con la abuela durante unos días, que pronto volvería. Sara comenzó a negar con la cabeza, diciendo que no era cierto, que solo era una pesadilla. La sonrisa de la mujer, se convirtió en dos profundos cortes a los lados y cayó delante suya, muerta. Sara gritó atormentada y otra figura surgió tras el cadáver, un hombre familiar, con cara amable. <>. Alzó su cuchillo y se lo clavó en el estomago.