Se cuenta que el origen de esta fantasía que jamás se presentó en el mundo hasta en ese momento conocido de lo físico, aunque sí en el mental que es psicología; pues, como se sabe, según Hermes Trismegistro“, el sabio egipcio, “”la mente es el Todo” y “el Todo es la mente del todo cósmico”, se produjo un mito que comenzó a difundirse desde el fenómeno de la celtiberia grecolatina un poco antes de la romanización; el mismo que fuera traído posteriormente por los españoles a América; mas, según ellos, había ocurrido cuando un griego trashumante que se entrenó, en la provincia de Maratón en Esparta, durante años para reproducir el aullido de los lobos, tomó la costumbre de asustar a los niños cuando las tardes desbancaba a sus noches para liberar los miedos asustadizos que se esconden de la luz del Sol; puesto que, como se sabe, a su vez, estos aparecen porque ellos prefieren resguardarse en el unto seboso y oscuro de la noche que es el lugar más apropiado para no ser vistos y, desde allí se levantan entonces como sombras fantasmales; sin embargo, como su objetivo consiste en asustar a los noctámbulos que desandan sus días y, que, así mismo, con sus pisadas pretenden despertar a los senderos dormidos en las noches hasta el alba por el trajín de los hombres, quienes al volver a caminarlos pretenden despertarlos; mas, como a este griego romanizado le parecía bastante divertido hacerlo en las noches; puesto que, a esas altas horas sin sueños, los niños asustados huían de su presencia imaginaria y, por tanto, mágica porque en ocasiones aparecía aullando como un lobo verdadero; mas en otras, se reía como un hombre auténtico al observar a los mismos niños huyendo de su presencia verdadera y cierta; puesto que no era que fuera ningún remedo de miedo; pero la noche de un día sin noche, no volvió hacerlo; puesto que a esa imaginaria noche le faltaron dos horas para que fueran las doce y el lobo falso se volviera a mirar en su espejo de obsidiana pulida que trajo de Anatolia; más concretamente de Ponto Bitinia que fue la gobernación romana comandada por Plinio, llamado el Joven para distinguirlo de su sobrino, que no era un mitólogo y naturalista, pero quien al tener el mismo nombre del “Joven” fue apellidado el “Viejo” y quien fuera, a su vez, quien lo describió como un lobo auténtico también; pues según la mitología romana a esa clase de lobos, aunque también alguno lo era humano; mas, cuando se reflejó en su espejo de obsidiana en cuerpo entero, quedó alarmado; pues su rostro y su contextura de lobo verdadero, lo asustó, a su vez; mas, al instante recordó que precisamente a esas altas horas de la noche de un día sin noche como dijimos, descubrió que comenzaba a manifestársele su auténtica y verdaderas licantropía.