LA HORA DE LA MALA MUERTE
La pesada neblina del amanecer avanzaba silenciosamente en aras
de una mañana que no esperaba ver tamaña monstruosidad gaseosa
a esas horas cuando el Sol aun no asomaba. Su gran colosidad
hacían semejar a esas humaredas provocadas por la quema de cañas;
sin embargo, el color que le distinguía no era oscuro como sería el
primero, sino definitivamente gris u oleo oscuro. Cuando la tuve a mi
frente no sabía si debía de pasar a través de ella o bordearla como lo
haría si hubiera dispuesto de más tiempo, pero como me dirigía a
trabajar al valle debiendo atravesar sembríos enteros, teniendo que
pasar por en medio de ella para acortar camino, decidí tal vez
erradamente en ir a sus fauces. Al ir pasando lenta y cuidadosamente
en su interior, creyendo que saldría pronto de allí, tan terrible fue mi
error, que cuando quise volver calculando demoraría mucho en pasar,
ya no pude regresar porque volviendo para atrás y solo teniendo
alrededor, niebla, y solo niebla nada más, para no sobrecogerme de
terror bajé la mirada al suelo y allí me detuve. Entonces un sentimiento
para el cual no hallo descripción humana en palabras, me inundó y el
deseo inmediato de escapar de allí, me sobrevino con tal fuerza de
realizar, que no viendo un rumbo a salir, teniendo mis sentidos
confundidos, un mareo profuso me empezó a dominar a cada paso y
ese aumentaba conforme seguía sin hacer ningún movimiento.
Por ultimo prendí la radio que tenía y que había llevado gracias a Dios
a mis faenas, logrando que al encenderla oyera la señal de una voz
afín que calmó mi terror y dio refrigerio a mi alma que dejo también de
temblar después de un instante de haber sido atacada de nervios.
El punto es que traspasé la niebla y con ella el alma que vuelta
regresó a mí vivificantemente, pero solo para darme cuenta que algo
más terrorífico me esperaba, pues vi a un hombre muerto justo frente
a mí a la hora en que pasaba la niebla y que tenía en la mano, una
pequeña radio, exactamente copia fiel de la que tengo yo ahora con
audífonos.
Era la hora de la Mala Muerte, un espíritu maligno que habita en
lugares alejados y que pretenderá como a mí, asustarte, para
perdiendo el control te desesperes y desesperado, pierdas la vida
quedándose lastimosamente con tu alma.
Son muchos los que lo reconocen como tal.
Yo volví a la niebla y esperaba regresar a donde estaba antes de
entrar o sino me conduzca a otro peor lugar.