Estela las oye retorcerse por las paredes y hasta cuchichear entre ellas, como a las voces de su cabeza, mientras avanzan como serpientes. Lo tenían todo bien planeado. Para cuando se da cuenta, ya casi no quedan huecos por donde entre la luz ni en su mente ni en la casa, pero no le importa. Les permite que engullan el lugar, y de paso a ella, así ya tiene la excusa perfecta para cancelar planes. Se olvidarán de ella al fin.
Las hojitas avanzan como soldados que ya casi han conquistado el territorio. Al igual que sus demonios, han encontrado la rendija por la que colarse y tomar el control. Y poco sobrevive en la oscuridad por mucho tiempo...