En una noche de verano, Elisa y Fernanda viajaban por carretera. Comenzaban a caer unas pocas gotas de lluvia y ellas conversaban animadamente sobre varios temas cuando de manera súbita apareció de entre la maleza la figura fantasmagórica de una mujer vestida de blanco que se puso a mitad del camino y que las obligó a frenar de súbito.
Aterrorizadas cruzaron una mirada de inmediato. La mujer parecía flotar. El auto se había detenido apenas a unos centímetros de su vestido, pero ella no pareció inmutarse ante la posibilidad de ser arrollada. Tras unos segundos de confusión, Fernanda logró calmarse un poco así que echó un mejor vistazo. Parecía ser el espectro de una mujer joven, pero no lo sabía de cierto, ya que su cara estaba totalmente cubierta por una cortina de cabello, largo, enmarañado y espeso.
No había nadie más en la carretera. Al parecer sólo Elisa y Fernanda estaban siendo testigos del extraño acontecimiento. Fernanda comenzó a abrir la ventana y su amiga le suplicó que no lo hiciera soltando agudos chillidos de miedo.
– No temas. No pasa nada.
Fernanda se sentía segura, ya que consideraba tener mucha experiencia en espantos. Desde que tenía memoria, en su casa siempre habían existido ruidos extraños, y aunque nunca había visto un fantasma con sus propios ojos, ya se había acostumbrado a hablar con ellos e incluso había llegado a pedirles que guardasen silencio, sobre todo cuando tenía que estudiar para algún examen y requería concentración. - ¡¡Dije Silencio!! - Después de gritarles, los ruidos cesaban, así que ella se quedaba muy tranquila pensando que ellos la escuchaban y que de cierta forma, la respetaban.
Así que sin dudarlo más, asomó la cara por la ventana del auto y gritó: "¡Señora, ¿está perdida?! ¡¿La puedo ayudar en algo?!" La mujer no contestó, tampoco se movió de lugar. "¡Señora! ¡¿Podría moverse por favor?!" Nada... Volteó a ver a su amiga, quien estaba petrificada por el miedo. Con una voz lastimera le dijo: "¡Vámonos por favor!" Elisa intentó arrancar el auto, pero ella le dijo: "¡No! Espera… ¡Se está moviendo!". No era verdad, Fernanda sólo quería hacer tiempo, quería aprovechar la oportunidad que se presentaba para hacer contacto con un fantasma de verdad. Quería probarse a sí misma que tenía el don de comunicarse con ellos. Volvíó a gritar, esta vez con todas sus fuerzas:
- "¡¡Señoraaaa!!".
"¡¡Dije silencioooo!!" La respuesta llena de ira vino desde dentro del auto, en específico, del lado izquierdo de Fernanda. Elisa ya no era Elisa, ¡era la mujer vestida de blanco!.
Atónita, Fernanda se apretó contra el asiento y trató de abrir la puerta del auto sin éxito. El ánima arrancó el motor mientras Fernanda soltaba un grito de terror. Elisa flotaba frente al auto y tras avanzar, las ruedas pasaron sobre ella. El cuerpo inerte de Elisa yacía en la carretera, mientras el auto desaparecía en la oscuridad de la noche.