Era una gélida noche de octubre, el rocío amenazaba con cubrir la calzada y la luna se encontraba bajo el manto de las nubes, desdibujando sombras en la oscuridad de las calles.
A lo lejos, los rayos iluminaban los tejados del vecindario, y los truenos gemían de dolor con cada soplo de aire. La tormenta se estaba acercando, y con ella, toda su maldad.
En la casa de la familia Esquínez, la pequeña de las hermanas, Emma, se encontraba encerrada en un pequeño zulo en la parte más alta de la casa al que, tristemente, llamaba hogar. Mientras tanto, las gemelas, Elena y Elvira, escondidas bajo la cama de sus padres se tapaban los oídos en un vano intento por bloquear las ruidosas quejas de un cielo enfurecido.
Hacía ya más de dos años que no veían a su hermana. El rostro de Emma se desvanecía lentamente en las mentes de sus hermanas, que cada día hacían un esfuerzo por recordarla. Nunca entendieron el porqué de su aislamiento, y tampoco se atrevieron a preguntar. Durante meses escucharon los llantos de Emma sobre sus cabezas, en el pequeño desván que separaba las vigas del tejado.
Los chillidos de Emma desaparecieron de la misma manera que las hojas en otoño, lentamente, empujadas por la brisa hasta cubrir el suelo como un mantel.Y con el suelo totalmente cubierto, no hubo espacio por el que los gritos pudieran filtrarse. Sin su voz, no les quedó ya a las mellizas nada más que el recuerdo de una hermana completamente perdida en el pasado.
Las gemelas nunca fueron muy sociables, en la escuela resolvían los problemas matemáticos con la cabeza gacha y solo la levantaban cuando habían terminado. Arrastraban los pies como si estuviesen atados con cadenas hasta el pupitre de la maestra y escondían los ojos bajo su largo flequillo, evitando las miradas de sus compañeros, con los que nunca intercambiaron ni una triste palabra. Cuando estaban juntas no parecían necesitar a nadie más.
La noche de la tormenta siempre ha sido recordada en la zona como ‘La noche macabra’, no solo porque coincidió con el 31 de Octubre, fecha famosa por su celebración del día de los muertos, también por los hechos que sucedieron durante las siguientes horas.
31 de Octubre - 23:45
Los Mossos entraban en la residencia de los Esquínez. Dos cuerpos entrelazados tendidos en el centro del salón sobre un charco de sangre. Una pareja de mediana edad estrangulada con una sola cuerda formando un ocho alrededor de sus fríos cuellos.
31 de Octubre - 23:54
Una niña de apenas 10 años lloraba en la buhardilla de la casa. Se cubría la cara con manos ensangrentadas y gritaba: “¿Dónde están mis hermanas?”
1 de Noviembre 00:00
Los Mossos hablaban en susurros entre ellos, a sus pies, la niña continuaba llorando, esta vez, envuelta en una manta.
“Se ve que cuando le daban los ataques la ataban en la parte más alta de la casa, por eso tiene tantas quemaduras. De las cuerdas.” Susurró uno de los policías.
“Deberíamos llevarla a algún centro… psiquiátrico, he visto que habla sola.”
Pero cuando lo intentaron, ella escapó.
Emma llegó hasta la ladera de su pueblo con el corazón en el pecho, vislumbró su pequeño hogar a lo lejos y sacó el cuchillo más afilado que encontró de su pequeña mochilita. Juró que no pararía de matar hasta haber acabado con sus hermanas, que a su juicio, la abandonaron. Lo que Emma no sabía, era que sus hermanas... habitaban en ella.