El joven Leo aparece asesinado en el bosque. Le han sacado los ojos, las tripas y su cuerpo ha sido marcado con extraños signos… Descontentos con la labor policial, sus padres, contratan a un detective para que les ayude a descubrir que se esconde detrás del brutal asesinato de su hijo.
Sally y Leo iban juntos a la universidad, ambos estudiaban medicina, el segundo año coincidieron juntos en un trabajo de clase y había surgido el amor entre ellos…
Sally se había sincerado con él:
-Soy descendiente de una familia de meigas, nunca, hasta ahora, me había enamorado de un mortal, por lo que te agradecería que no jugaras conmigo, si no me veré obligada a tomar medidas drásticas…-
A Leo le daba morbo que su novia fuera una bruja o hechicera, aunque no la tomaba muy en serio.
-Nunca jugaría contigo preciosa, eres demasiado especial para mí.-
Sally le habló de sus reuniones los viernes por la noche, ya que nunca podía salir con él esos días. Le hizo prometer que no contaría nada a nadie, pero Leo se había ido de la lengua…
Como todos los viernes a media noche, en un bosque de Santiago de Compostela, 12 jóvenes se dirigían al pantano, por ser un punto importante de conexión con el mundo infernal, para realizar sus rituales.
El ritual constaba de dos partes:
En la primera, los brujos y brujas se confesaban ante el demonio y se acusaban de haber entrado a una iglesia, de no haber practicado brujería a diario… o de las faltas que hubieran podido cometer…
La segunda, era la misa sacrílega celebrada por el demonio revestido de ornamentos negros, horrendos y sucios.
Tras el sermón en el que el demonio exhortaba a los brujos y brujas a hacer el mal, prometiéndoles a cambio el paraíso, los “feligreses”, se acercaban a él besándole la mano izquierda y los genitales. A continuación, el demonio copulaba con las brujas, sodomizaba a los brujos y después comenzaba la orgía en la que unos y otros se mezclaban sexualmente y se apareaban en total promiscuidad. Posteriormente, celebraban un banquete en el que comían cadáveres desenterrados, especialmente de niños, guardando siempre el corazón para el diablo…
Aquella noche Leo, junto con dos amigos, había seguido a Sally, presenciando aquel abominable rito… sus amigos habían huido despavoridos, a mitad de la ceremonia pero él aguantó hasta el final, paralizado, horrorizado…
Uno de los 12 brujos, se percató de su presencia, e inmediatamente todos se abalanzaron sobre él. Sally se quedó inmovilizada al verlo, mientras Leo gritaba su nombre y suplicaba por su vida.
-¿Qué ocurre Sally, conoces a este individuo?- preguntaron.
Ella con un nudo en la garganta, tragó saliva y contestó:
-No lo había visto en mi vida…-