EL TERROR
El terror es la ignorancia y su tumba.
Rodeada por todas las almas errantes, que buscan el fin de su agonía.
El terror es la locura y su alma.
Hambrienta de respuestas.
Esperando, arrodillada ante la oscura maravilla.
El terror es la razón, el delirio, el dinero, la carne.
Incluso el mismo Amor.
Es ese terror que habita en la trágica belleza de nuestra existencia.
Ese que nos atrapa en el abismo dónde yacen los fantasmas de la infancia.
Y nos estudia, escondido en nuestros laberintos más secretos.
Es ese terror, de verbo angélico y satánico, que emerge como una sinfonía horrenda, en los confines del espanto cósmico. Recordándonos que todos venimos de la tenebrosa cripta materna. El útero en el que nacen todos los horrores del universo. Y toman todas las formas. Y devoran el poder y la miseria. Y conquistan las casas, las calles, los campos, los océanos y los desiertos. Para encomendarnos la misión que dará sentido a nuestras vidas.
Sí. Conozco ese terror.
Porque ha surgido de mis avernos y ha tomado la forma lánguida y tierna de una criatura pura, que vive en cada uno de mis pensamientos.
Y duerme a mi lado.
Y me habla.
Me guía.
Me enseña y me ama.
Y me dice que vayamos juntos por las sendas de la belleza más aterradora, al compás de la música de los renacidos. Y que alcanzaremos juntos los manantiales de la humanidad, dónde nace la sangre negra que riega los mundos de la locura.
Me dice que me llevará de su mano hasta ése lugar alejado del mundo. Desde dónde veremos juntos los amaneceres más hermosos. Y el inmenso mar azul se fundirá con todas las maravillas que nacen bajo sus aguas. Me dice que allí tentará mis recuerdos, para traer aquellos días, dónde, encomendado a la luz, concedí el perdón a los monstruos que me confesaron sus aberraciones. Y me recordará el pacto que hice con la luz divina, para luchar, contra todas las bestias y todos los miedos. Y me mostrará aquel tiempo, en el que juré no pecar de pensamiento, palabra, obra u omisión. Y después, cuando el aroma de aquella santidad, pretenda mezclarse de nuevo con mi alma, la criatura me besará los labios y me mostrará, ante la noche más horrible, el más espantoso de los horrores que habita en mi auténtico averno.
El horror más frío y terrible de todos, el que me alejó de la belleza más pura, para hundirme en mi verdadero Infierno; la culpa.
Sí. Esa culpa que nos persigue a todos.
Que ya llega.
A lomos del terror más puro.
Para sellar el libro de nuestras miserables vidas.
Y llevarnos de su mano, hasta el tormento final.
En el que ya no sufriremos.
Y ya no habrá castigo.
Ni miedo
Porque el terror es la verdad.