Titulo del relato: El Suceso
Seudónimo: Winter Fall
Email: ismaelc.sanchezr@gmail.com
Teléfono: 00541130417736
Desde hacía tiempo repetía la misma rutina. Llegaba a las diecisiete horas. Comía muy anticipadamente la cena. Luego se colocaba arrodillado sobre el colchón en el improvisado comedor. Tomaba un espejo pequeño con su mano derecha y se clavaba su mirada sobre sus pupilas reflejadas sobre el mismo. Daba una profunda inspiración para darse valor, aun sabiendo lo que luego sucedería. Recién ahí hincaba la yema de su dedo índice de la mano izquierda sobre el espacio donde antes estaba la muela, entre el primer y tercer molar de la parte superior derecha, el cual se hundía unos dos centímetros antes de sentir la superficie del otro lado.
Había repetido tanto el procedimiento, que ya por el color o el sabor de la secreción con la cual salía impregnada el índice de ese sitio, podía prever cómo se le iba a manifestar el Suceso antes de hundir su lengua en el hueco. Apenas rozaba la zona, él incrustaba su mirada sobre las pupilas dilatadas tras el espejo. En ellos podía ver las imágenes y sensaciones anticipatorias de eso que ocurriría, eso que no se puede describir ni magnificar con las palabras que nos provee el lenguaje escrito.
Sin embargo, ese viernes no sucedió lo esperado. Toda la rutina se repitió meticulosamente. Al hundir la yema se encontró con una superficie fría y muy lisa. Aparentaba ser algo metálico. La abstinencia y la desesperación se empezaron a hacer presentes. Hundió su lengua en el agujero. Nada, solo un sabor insípido. En ese momento, hipotetizó la idea de que tal vez el mecanismo para llegar al Suceso había cambiado. Volvió a hincar el dedo para explorar lo que había del otro lado. Con delicados movimientos logró reconocer una especie de tecla o botón que cedía a cierta presión. Incentivado por el descubrimiento, y continuó con el rito con su mano libre. Incrustó sus ojos sobre sus pupilas detrás del espejo y empujó con fuerza el mecanismo
Sintió que algo se accionó dentro de sí. Repentinamente observó la expansión de sus pupilas. Los reflejos de estos se conformaban sobre el espejo una imagen recursiva, un efecto de espejo infinito. En la cual podía ver su rostro incluida dentro del marco de las pupilas dilatadas de una versión más pequeña de sí mismo. Esto repetido sucesivamente hasta el infinito.
Un seco y lento estruendo lentamente fue apareciendo a medida que notaba la presencia en los cíclicos retratos de su rostro, que se iban deformando a medida que un cúmulo de sesos y sangre salía de la parte superior del cráneo. Con horror percibió cómo esas imágenes se replicaban sucesivamente en el espejo hasta llegar a su imagen primigenia y de escala uno a uno. Luego de esto, sintió el dolor fugaz de la bala atravesando oblicuamente el paladar.
En medio del silencio, su cuerpo aún yace hace días sobre el teñido colchón. En sus pupilas aún se puede divisar la última imagen del horror y el desconcierto que se posaron sobre ellas.