Mi vida en la calle fue quizás el mejor momento de mi vida pero a la vuelta mis amigos me empezaron a mirar con recelo, el pensamiento de porqué me fui, el miedo que tenía antes de irme, volvieron, con aún más fuerza; me empecé a mirar en el espejo y no me reconocía, mi identidad empezaba a olvidarse, empezaba a disgregarme como individuo, como persona independiente, era algo, algo separado de mí y a la vez unido a algo, era miedo, puro miedo, como si todo, cada movimiento, cada acción, cada pensamiento, cada palabra, cada sonrisa, todo, estuviese regido por el miedo y él fuera mi vida, con cada acción, él fuera mi maestro, él fuera mi guía en la vida. A lo largo del año siguiente seguí viajando por Valencia, Granada, hasta me hice el camino de Santiago de desde Toledo hasta Oporto, fui a la virgen de Fátima a ver si allí podría curarme de mi enfermedad y parecía que no conseguía nada, la vida empezaba a ser vivida con menor intensidad, era cada vez más triste, estuve unos meses aquí en casa pero no aguantaba más los insultos de mi madre, sus faltas de respeto, sus menosprecios y su querer decidir por mi, juzgar mis palabras y movimientos así que me largué de nuevo pero ésta vez ella me denunció, denunció mi desaparición, me pillaron por los caminos en Cuenca y allí la guardia civil me dijo que si quería ir a un hospital yo cedi porque tenía ciertas heridas en los pies, llevaba unas botas que que me hacían daño y me las tuve que quitar, y así empecé a caminar descalzo por la noche en la carretera, trazando una línea blanca imaginaria, pues la que estaba antes los coches la habían borrado y así tenía también un equilibrio, porque pareciera que olas imaginarias me movían de un lado a otro, dormí en una mesa de campo helada, hecho un ovillo para intentar no pasar frío, a la mañana siguiente me puse a tomar el sol en un banco, pues era mayo, me llevaron al hospital de Cnca y allií me curaron las heridas, y me preguntaron ¿Quieres que te llevemos a psiquiatría?
Yo dije, porqué no, en psiquiatría me hicieron unas preguntas, que si oia voces que sí quién me decía que fuese a tal sitio o que fuese al otro, yo la verdad es que estaba más perdido que nunca en ese momento y sigo perdido, chico, perdido todavía, pero aún asi yo les contesté que algo, algo, me decía que cogiese el camino, que me dirijiese a Valencia, como si fuese el Espíritu Santo o algo, me hablaba en forma de diferentes sonidos, sentado debajo de un árbol, escuchando el sonido de los pájaros, parecido al sónar de un barco, piii, piii, fuerte e intenso y en mi cabeza lo veía como una luz blanca que se alumbraba. El diagnóstico fue esquizofrenia paranoide, así de fácil es diagnosticarla, drogado ocho meses con un medicamento que acorta tu vida entre 15 y 20 años, encerrado durante un mes en un hospital, el peor mes de mi vida y eso que viví en la calle, pero lo cierto es que en la calle tuve la etapa más feliz de mi vida y más libre, era una persona de verdad, no un muñeco, ahora no me siento bien, no siento mi cuerpo, ni que mi pensamiento sea mi pensamiento, pongo la uña entre los dientes, no la siento como real, no lo siento como algo auténtico, no encuentro nada auténtico, me miro en el espejo y no sé quién soy, no veo nada más que lo que he visto antes en esta vida apantallada, soy millones de personajes, miles de millones, ahora un amigo de a Coruña me va a hacer Reiki a ver qué tal...
Pero seguiré siendo un monstruo que nunca ha sido un humano de verdad.