EL REFLEJO.
- Cuando miras a los ojos de tu reflejo en un espejo puedes ver la parte oscura de tu alma, ese demonio que forma parte de ti y que ansia tomar tu lugar para ser libre. Y, si lo miras durante el tiempo suficiente, le abres una puerta para que lo logre.
El vaho llena el baño mientras Carol observa ensimismada su reflejo en el espejo y Rebeca cierra la ducha.
- ¿Qué decías, cariño? Con el agua no te he oído.
Las palabras de su novia, despiertan a Carol de su ensoñación.
- No. Nada. Solo recordaba una vieja leyenda que mi hermano me contaba cuando era pequeña para asustarme.
- ¡Ah! ¿Lo conseguía?- pregunta Rebeca mientras sale y se seca.
- La mayor parte de las veces sí.
- Pobre,- y besa a Carol.- Llego tarde al curro. Nos vemos a la tarde. No te aburras demasiado, ¿vale?
Sin más, Rebeca sale cubierta por la toalla. Carol la sigue con la mirada, luego regresa a su reflejo, a esos ojos que son suyos y, a la par, le parecen los de una desconocida. La puerta de entrada se abre y se cierra, anunciando la marcha de su novia, pero Carol no oye. Navega absorta en esas dos pupilas negras que la miran y que parecen tan profundas como el vacío. ¿Sonríe? ¿Por qué sonríe su reflejo? Se pasa la lengua por los labios con aire lascivo y provocador. Pero Carol no está haciendo lo que su reflejo sí hace. Ella solo observa aterrada, acercando su cara más al espejo, casi pegándose a él. Entonces su reflejo la besa y ella salta hacia atrás pegando un grito y chocando contra la pared.
- ¡No chilles, cariño!- ordena su reflejo.- Solo soy lo que tú quieres ser.- Carol no puede hablar mientras contempla atónita como ese ser se encuentra de pie frente a ella, fuera del espejo que era su cara.- Fuerte, decidida, con carácter.
- ¿Qué... qué quieres?- musita Carol.
- ¿No está claro?- se arrodilla frente a ella.- Ser libre.
La luz se va. Carol grita.
Pasan las horas. Rebeca regresa a casa tras un duro día de trabajo. No puede sino sorprenderse cuando cruza el umbral y se encuentra a Carol desnuda, acostada en el sofá en actitud erótica.
- Hola, amor.
- ¿Carol? ¿Estás bien?
- Más que bien.
Se levanta, coge las manos de Rebeca y la atrae hacia ella. Y en el espejo que hay sobre el sofá, el reflejo de Carol grita presa de terror.
- ¡Rebeca! ¡Esa no soy yo!
Pero nadie oye su desesperado aviso. Solo es un reflejo.