Nunca me había gustado compartir. Cuando tenía nueve años le saqué un par de dientes a Pablo Herrero. Me había quitado las pilas que hacían funcionar la sirena de mi camión de bomberos para meterlas en su coche teledirigido. Y no me gusta que usen mis cosas. Mis padres, asustados, me llevaron al psicólogo. Tras poco más de un año, me dijo que estaba bien, pero que tenía que trabajar la empatía. Y eso hice. Desde aquel momento conocí a mucha gente que, a día de hoy, considero mis amigos. Entre ellos estaba mi mujer.
No pasaba el tiempo cuando estábamos los dos. Lo hacíamos todo juntos. Solos ella y yo. A los cinco años nos fuimos a vivir juntos a una casa a las afueras. Poco a poco, empecé a considerar aquellas cuatro paredes como mi hogar. Hasta que llegó el niño.
Todo padre considera a su hijo como lo que da sentido a su vida, al fin y al cabo, por eso se transforma en padre, y yo no era diferente. Pero, lo que no me gustaba, era que el foco de atención de mi mujer pasase de mí a ese niño. Los ojos de mi mujer siempre se dirigían hacia los del niño, que había heredado de mí. Otra cosa que no me gustaba. Eran mis ojos. No lo suyos. Odiaba que el niño hiciese que mi mujer admirase mis ojos sin necesidad de estar conmigo. Odiaba a ese niño.
A medida que crecía, mi odio hacia él también lo hacía. Aumentaba y aumentaba hasta que, poco después de su noveno cumpleaños, observando desde dentro de casa como mi mujer jugaba y sonreía con el niño, tome una decisión. Era el padre de ese niño, no podía seguir con esa actitud durante toda mi vida, algo tenía que cambiar.
Y eso es lo que me trae a este momento. Ahora mismo, estoy mirando a mi hijo, desde el umbral de la puerta de su habitación con una sonrisa en la cara. Es poco más de medianoche y ya está en la cama. Había hablado con él después de que mi mujer se acostase, le conté lo que me pasaba desde que nació y lo solucionamos. Ahora ya no hay problema. Levanté mi mano y la abrí para ver lo que tenía en ella. Estaba mirando mis ojos. No me gusta que usen mis cosas, pero ahora ya no hay problema.