Todo el mundo temía acercarse por los alrededores de la finca “La Salada”. Chalada le llamaban en el pueblo de forma burlona y despectiva. Esta finca estaba en las afueras del pueblo, en la falda de la montaña. Allí vivía un viejo jubilado ya. Había ejercido como médico. Desde que murieron su mujer y sus hijas, se volvió huraño y reservado. No hablaba con casi nadie del pueblo. La gente decía que sí, que mucho médico pero que no había sabido salvar a su familia.
En el pueblo se murmura que en los alrededores de la casa se oían ruidos extraños, y pasaban cosas raras. En el año noventa y nueve a mi padre lo destinaron a este pueblo. Prefiero no decir el nombre del pueblo. Sobre todo por seguridad para el lector.
Pasaron los días y me hice muy amigo de mi vecino Fran. Íbamos mucho al monte a tirar piedras, coger piñas, bellotas, lo que se nos ocurriese para matar el tiempo y divertirnos. Un día nos alejamos tanto que dimos con una finca. Tenía un cartel medio roto, pero se podía leer “La Salada” Nos miramos los dos sabiendo a donde habíamos ido a parar. Sentimos un miedo terrible, por lo que se hablaba en el pueblo, pero a la vez mucha curiosidad.
Decían que ni perros ni gatos que se perdían por allí, se volvía a saber de ellos. En ese momento se oyeron gritos de angustia, mucha angustia. Nos armamos de valor y nos acercamos hasta una ventana trasera. Aún hoy día maldigo la ocurrencia nuestra. Se nos heló la sangre al ver aquello. La esposa de aquel hombre, deambulaba errante por la habitación. De vez en cuando lanzaba un grito tan gutural y aterrador, que te ponía los pelos de punta. Sus ropas estaban impolutas. Mientras tanto, el famoso médico vestía uniforme de cirujano color verde, como si estuviese en un quirófano. Llevaba una mascarilla, y levantaba su mano derecha portando una jeringuilla. En ese momento, el médico inyectaba una solución verdosa a la que adivinamos que era su hija, mientras esta, ¡devoraba un gato vivo! ¡Dios mío, qué horror! Las había reanimado y las mantenía en ese estado con alguna solución, o suero descubierto por él. Prefería mantenerlas en ese estado contra natura, con tal de tenerlas en casa.
- FIN -