Algo revuelve mis entrañas, siento molestia.
Es extraño, no hay gente en el bar, solo una sombra.
Mi cuerpo, tengo que correr al servicio, vomito.
La puerta del baño chirría; siento un golpe en la cabeza...... Despierto, tengo las manos y pies atados, unidos por una fuerte soga. Estoy desnudo, mis partes cuelgan por el agujero de una silla, siento pánico.
Una vela se manifiesta; suenan pasos, la sombra se acerca. No puedo mirar, tengo frío y angustia. Es conocida, respiró.
¿Hola cariño, como te sientes?.
¡Uf, de vértigo!, sacas mi fuero interno, estoy que me cago.
¡Hazlo!.
¡Como, que dices?.
¡Que lo hagas!.
En la barra aparecen dos familiares, llevan cuchillos y hacha.
Caga, haztelo encima.
No puedo mujer, porque me haces esto.
El vientre cede, las heces caen tras el esfuerzo; el olor insoportable. Se hecha a llorar.
Ya lo tenemos; sentís su angustia, su temor.
Si, madre. Ahora dominaremos nosotras.
La anciana abuela se acerca a Nacho, lleva un cuchillo afilado. Atrapa la pierna y secciona la piel a escamas. La sangre se mezcla con el bello y cae al suelo. Nacho da un grito.
Te toca pequeña.
Con temple marca sus pasos; la mirada es excéntrica y marcada de odio, su padre petrificado.
¡Hijo de puta, voy a marcar las paradas!......¿ has visto como te corres de sangre, como alterno los envistes del hacha?. ¿Qué placer en los huevos verdad?, ¿y el ano, te penetra su punta?.... Um, disfrútalo cabrón.
Hay sangre alrededor, las baldosas del restaurante van cogiendo color, vida y muerte.
¿Qué, amor, no te mareas?.... soy tu esposa. Me encanta el color de tus labios. Muerde. Le arranca el labio inferior, sonríe..... los dientes hacen su aparición, le cuelga la piel..... vuelve a morder, la dentada es abrupta, le arranca la oreja, nacho grita, salpica la sangre.
Bien hecho mujer, le toca a la abuela. ¡Dame polla yerno!, - en un sonoro mordisco, el prepucio escupido esta destrozado.- ¡mi mamada asqueroso!, ¿no decías que garganta profunda?, pues aquí la tienes cabrón.
Nacho se desmaya, pierde mucha sangre, siente un hachazo en la espalda.
Padre, toma mi acero, siente mi fuerza, mi lengua dentro de tu boca, es afilada y ancha, trágatela.
Cogen el cuerpo, cogen sus órganos esparcidos, lo aposentan encima de la mesa mugrienta. La abuela recoge las heces, la hija le abre la boca y la madre se las hace tragar.
- Come cerdo, come, no te quedes delgado, es tu comida, no la compartas, como nunca lo has hecho.
Suena la sierra, la pierna seccionada cae al suelo.
Suena una cuchara, el ojo oscila al salir de la cuenca.
Suena la tijera, la nariz es cortada.
Suena el hacha, el brazo es desquebrajado.
Suena la maldad.
Se curan, se curan.... de brutales violaciones, de felaciones extremas, de bestiales palizas, de vejaciones e insultos. Del hambre, de la liberación de la bestia.