EL LAZARILLO, JUAN EL PAJARITO Y LOS CINCO SENTIDOS
Martín Soriano tenía 36 años cuando una amoladora radial cortando metal rozó una piedra y el disco se rompió en mil astillas que impactaron sobre sus ojos. Con unas pequeñas gafas no habría pasado nada más grave que cicatrices en su rostro. Pero ese día no las llevaba.
Tras 46 días y varias operaciones los médicos recuperaron uno de sus ojos con visión del 35 %. Podía ver lo mínimo para orientarse.
No volvió a trabajar en su carpintería metálica. Después entró en la organización de discapacitados. Principios duros -como a todos- hasta que conoció a Juan, su orientador, amigo, instructor y profesor mientras se integraba en su nuevo trabajo limpiando platos en el restaurante Lamucca de Almagro, famoso por su programa de integración en empleo para discapacitados.
A Juan le llamaban El Pajarito -había nacido ciego- porque era capaz de comunicarse con ellos con un simple silbido o chascarrillo con su boca. Emitía trinos, graznidos y sonidos que hacían que en menos de un minuto varios pájaros se posaran en sus hombros. Se desenvolvía de maravilla en el mundo de los videntes.
Le enseñó todo lo que necesita saber un casi invidente. Pero un día dejó de existir lo que conocemos como día. Nuestro sol se apagó.
El Parajito se hartó tras 2 meses de hambre y frío.
A Martín lo agarraron entre diez ciegos tumbándolo en el suelo del almacén del restaurante donde resistían con sus existencias. Él creía que era su amigo y mentor.
-¿Qué estáis haciendo?- (dijo aterrado)
-Tenemos hambre, nadie nos ayuda. Ha llegado la hora de actuar. Hablemos claro, tenemos 5 sentidos, yo carezco de uno de ellos (mientras lo decía palpaba su cara, reconocía el ojo que no era funcional. Ese es el que con una cucharilla de café va a arrancar de la cuenca)-
- Vista, carezco de ella, pero tú tienes… de momento (ahí le arrancó el ojo inservible entre llantos de dolor insoportables de Martín). Ahora comentemos los que poseo. Tacto, puedo sentirte temblar mientras te hago esto (su mano izquierda seguía palpando la cara de Martín). Lo domino mucho más que tú-.
-Oído, puedo oír suplicar por tu vida, también siento tu dolor. Pero, mira esto (su ojo arrancado lo portaba en la mano derecha). No hace falta que grites más. Nadie puede oírte, y quien lo haga no creo que venga a salvarte-.
-Olfato, huelo tu miedo, tu terror, hasta en tu ojo (aproximaba el globo ocular hacia su nariz olfateándolo como un perro de caza que acaba de conseguir su presa)-.
-Gusto. ¿Puedes ver esto? (con el órgano arrancado acercándoselo a su boca) Voy a sentirte dentro de mí. ¿Puedes sentir lo mismo? (en ese momento estalló el globo ocular en la boca de Juan y Martín gritó desesperado mientras El Pajarito se relamía los labios) Me gusta…Tengo un sentido menos, pero aprovecho más que vosotros. O nos guías o te quito el otro…