A pesar de las oscuras leyendas que no dejaban de oírse sobre el lago, en aquella época seguía siendo el lugar favorito para todas las excursiones del colegio, el pequeño lago en medio del bosque era un paraje ideal para pasar el día, un día soleado y agradable igual que otro cualquiera. Sólo que en aquella ocasión uno de los niños cayó al lago cuando cruzaba el límite que separa el estanque de una caída al abismo del bosque, claro que mejor caer hacía ese lado, al menos en apariencia. Tras gritos de pánico de algunos profesores consiguieron sacar al crio, apenas estuvo un minuto bajo las turbias aguas y salió sin mostrar símbolos de miedo o daño alguno, pero en el camino de vuelta parecía distinto, su mirada era oscura y su expresión siniestra.
Extraños cambios hubo en él desde aquel día, el niño más gamberro y jaleoso de la clase apenas se escuchaba si no para hacer curiosos ruidos de ultratumba que hacían helar la sangre de quien estuviera a su alrededor, el tono de su voz era más grave de lo normal e incluso en ocasiones tenía un acento distinto, como si no fuera de por allí. De pronto comenzó a predecir cosas a diario, las escribía con sangre en su libreta, predecía o creaba la realidad, no estaba claro, pero todo lo que decía ocurría.
Predijo el gran incendio del gimnasio, el robo en la biblioteca, la inexplicable desaparición del director, la pierna rota de aquella profesora, aunque todos vieron como él mismo la empujaba escaleras abajo. Predijo con rostro aterrador que a las tres semanas volverían al lago y todo acabaría, y así ocurrió.
Volvieron al lago y al cruzar otra vez por el mismo lugar el cielo oscureció y un extraño temblor se produjo, aunque los profesores tenían agarrado al pequeño, de algún modo este volvió a caer de nuevo. Esta vez parecía haberse hundido hacia las profundidades, no se veía rastro, no había movimiento en la superficie del agua, al menos estuvo tres largos y desesperantes minutos bajo las oscuras aguas, finalmente consiguieron sacarlo.
Al salir no tenía respiración, pero a los pocos segundos comenzó a escupir agua y recuperó la conciencia. Se puso en pie y de seguida pareció encontrarse mejor, aunque no dejaba de decir cosas extrañas, no entendía por qué llevaba aquella ropa, decía que no era la que se había puesto esa mañana, no recordaba nada de las últimas semanas, ni siquiera haber caído dos veces al lago, aseguraba exaltado que había caído una única vez.