¡Me despertó la melodía desagradable, del teléfono que cargaba una de las enfermeras! -Le he dicho en varias ocasiones, que no se puede entrar con celular al quirófano, Lupe- Reclamó el doctor Ayala, con su voz grave. Escuché los pasos de la mujer, dirigiéndose hacia algún lugar en la sala donde lo dejó apagado, para regresar a su puesto.
-Comienza procedimiento operatorio.26 de Marzo de 2018. 19:19 horas-Dijo el doctor Ayala, mientras yo pensaba que era una especie de chiste que me estaban haciendo en la oscuridad. Pero de súbito recordé que me iban a cambiar la cara para que ya no me reconocieran los gringos de la DEA.
-Respiración ajustada a siete. Pulso 62. BIS 48 - 66- contestó su asistente. Inmediatamente frotaron con un paño mojado justo en la raíz de cada oreja; sentí un poco de frío y un ligero temblor por todo mi cuerpo. Alguien acarició mi pie haciendo algunas cosquillas, pero cuando quise reír me percaté que no podía mover ninguna parte de mi cuerpo. Empecé a sentir bastante miedo porque intenté hablar o hacer alguna seña para que se dieran cuenta que no estaba sedado.
-Bisturí, por favor- dijo el doctor Ayala. Imaginé que sudaría o me saldrían algunas lágrimas cuando sujetó el lóbulo de mi oreja izquierda con sus dedos y hacía cortadas breves y profundas, que avanzaban hasta la parte donde se encuentra la cabeza con el cuello, debajo de la mandíbula. ¡Me dio cólera recordar que así le había tasajeado el cuello a Jiménez y ahora me pasaría lo mismo! – Pulso 112 y subiendo. Ajustando respiración a 8. BIS 48 - 66– Dijo el asistente, con cierto temor en su voz.
¡Juro que yo mismo haré pedazos al doctor y a todos los presentes, cuando termine esta operación!
-Drenaje- dijo el doctor. Mientras yo sentía un ardor muy intenso en las amígdalas y garganta. ¡Quería gritar, pero no movía ni siquiera mi lengua! Hizo lo mismo en mi lado derecho, pero aquí no solo sentí un dolor más intenso sino que pude escuchar como la piel se rasgaba con un sonido peculiar que resonaba en mi cerebro. -¡Pulso 156 y subiendo. Ajustando respiración a 10. BIS 46 – 64- recalcó el asistente, con mucho nerviosismo. -¡Aló! Si, soy yo. Se está complicando todo, no creo que se pueda concluir el procedimiento- dijo Ayala a alguien que le escuchaba por el teléfono. -¡Hicimos todo con material y equipo de primera! De seguro este pendejo se metió coca hasta hace unos días.. ¡Se lo advertí muchas veces!- le enfatizó con cierto enojo al interlocutor del teléfono. -¡Pulso 178 y subiendo!- gritó el asistente.
-¿Entonces lo dejamos así como está?- ¿Qué? ¿Me van a dejar así, abierto?. -Muy bien. ¡Todos recojan sus pertenencias y metan los guantes y lo que usamos en esta bolsa!- ordenó el doctor Ayala. ¡Que hijos de puta! ¡Ramírez, Tomasín pélenme a esos malditos! ¡Pélenlos! ¿Me escuchan? ¿Me escuchan?