Hacía tiempo que no veía un día tan oscuro.
a pesar de que apenas eran las 4 de la tarde, la inmensa neblina que cubría el cielo volvía el día especialmente oscuro.
Bajó del coche, tras colocarse debidamente la chaqueta, y entró en el restaurante.
Era un local con muy buena fama, el restaurante Lamucca, sin embargo, últimamente estaba recibiendo algunas quejas en las redes sociales.
Nada más entrar, un camarero le recibió con una impecable sonrisa.
- ¿Puedo ayudarle?
- Espero que sí. Llevo algunos días siguiendo a este restaurante en las redes sociales y he podido notar que muchos usuarios comienzan a quejarse de la calidad de algunos productos. Por ello, si es posible, me gustaría comprobarlo por mí mismo. - Explicó a la vez que dejaba ver su placa, que lo identificaba como inspector de sanidad.
- Por supuesto, por favor, siéntese donde prefiera y pida lo que sea de nuestra carta. Si algo no le convence, hágamelo saber.
Y así lo hizo. Se situó en una cómoda mesa junto a la ventana y, tras estudiar la carta unos segundos, se decantó por el Steak tartar. En unos pocos minutos, estuvo en su mesa.
Se trataba de un buen plato; un cilindro de carne junto con unas cuantas tostaditas para acompañar. Sin embargo, nada más dar el primer bocado, notó que algo iba mal.
No se trataba de la calidad de la carne, pues esta tenía buen sabor y parecía ser fresca, pero, algo en ese sabor(que no dejaba de ser delicioso) se sentía mal. Tal vez era la textura, algo más pastosa de lo habitual, o el ligero sabor metálico que emanaba del mismo alimento.
una vez terminada su comida, llamó al camarero y, tras expresarle su desconcierto, le pidió ver la cocina. El congelador donde almacenaban la carne más concretamente.
Ya en la cocina, le mostró un pequeño congelador, del tamaño aproximado de un minibar presente en cualquier hotel.
- ¿A qué temperatura se encuentra?
- A 0ºC.
- ¿Esa temperatura no es demasiado alta? ¿No congeláis la carne?
- Sí, pero, en este congelador se almacena la carne que usaremos el día de hoy, de ese modo no está congelada a la hora de ser utilizada.
- Entonces, ¿la carne congelada se encuentra en otro congelador?
- Exacto, sígame.
Esta vez bajaron por una pequeña escalera de servicio, que conducía a un extenso sótano, el cual se empleaba como improvisada carnicería. En una de las paredes de ese sótano, se podía apreciar una enorme puerta metálica que era, sin duda, la entrada a la cámara frigorífica. El inspector volvió a preguntar.
- ¿A qué temperatura se encuentra?
- En torno a -18ºC y -30ºC.
Asintió gratamente complacido. Pidió entrar en la cámara, a lo que el camarero accedió de muy buena gana. Una vez dentro, pudo apreciar tres cosas:
1. Había demasiada sangre ahí dentro.
2. En lugar de enormes animales, cuerpos humanos descuartizados colgaban de los ganchos.
3. La cámara solo se podía abrir desde fuera.