Los míos, los de aquí, dicen que estoy loco, pero yo sé que no lo estoy. ¿Por qué iba a estarlo? Sólo busco respuestas, pero las busco de verdad, porque el que busca encuentra o eso dice mi padre, el hombre más sabio. Pero ella no lo entiende. No entiende cuando intento acompañarla a pasear o la despierto por la noche. Tampoco entendía cuando aquellos días le mandaba cartas o esperaba horas en la puerta de su casa. Me ignora con tanto ahínco que a veces pienso que realmente no me ve, que no me oye. Pero yo hablo y grito, y ella, siempre, impasible. A veces me rindo y me siento a su lado y sólo la miro. Otras me dejo llevar por la ira y le agarro fuerte del cuello pero parece no dolerle. No estoy loco, lo juro, pero no puedo separarme de ella hasta que encuentre una respuesta. Los míos, los de aquí, dicen que ya no tiene sentido insistir, que la deje ir. Quizás son ellos los que están locos… demasiado tiempo aquí dentro. Mi padre, el hombre más sabio, lleva aquí desde mucho antes pero él no dice nada y ella… ella tampoco dice nada. Ojalá estuviese aquí conmigo. Pero ahora está callada, ausente, no es la misma de antes. No sé bien qué le pasa pero se comporta así desde el día en que me mató.