«Me llamaron para bajar a cenar al salón y yo lo hice luciendo mi mejor vestido. Quería deslumbrarlos en mi primera noche como esposa del príncipe. Los mayordomos me acompañaron a lo largo de la fastuosa mansión y me presentaron a mis ilustres anfitriones: el patriarca de la familia, su esposa, mi nuevo marido y su hermana. Nada más sentarme, el chambelán anunció que la cena estaba servida. Me extrañó tanto que sobre la mesa solo hubiera cuatro copas vacías, que no escuché como los mayordomos corrían el cerrojo a las puertas»