William Mitford era un hombre amado.
Los pueblos pequeños de Londres aún no olvidaban los estragos de aquel infortunio que fue la primera Guerra Mundial.
Uno de esos tantos pueblos de las afueras tenía en gran estima a sus héroes de guerra. Pero sin duda William Mitford, era el más amado de todos. Él tenía esa clase de historia que no se olvida, y era cuanto menos trágica. Poco después de casarse, a sus jóvenes veintiséis estalló la Gran Guerra, y se vio forzado a abandonar su hogar. Al ser un pueblo pequeño, todos le conocían y se apiadaron de la joven pareja.
El apellido Mitford comenzó a ser común en las conversaciones del pueblo.
Pero las cosas no acabarían ahí, poco después su amada esposa se escapó del hogar para ir a verlo, y nunca nadie supo qué ocurrió con ella. Pero claro, en tiempos de guerra las desapariciones estaban al orden del día. Nadie vio a William cuando recibió las noticias, pero de nuevo todos empatizaron con él.
Cuando llegó la fecha de 1918, y William pudo regresar a su hogar, lo hizo con un parche adornando uno de sus ojos. Él había luchado por su supervivencia. Luchó por la vida de su mejor amigo, pero fracasó en el intento y la consecuencia fue una ceguera parcial. Pero a pesar de todo, él siguió hacia adelante, amable, ayudando a todos los habitantes de aquella pequeña, casi ridícula localidad londinense.
William Mitford era más que amado.
Pero en 1938, cuando apenas comenzaba en su cincuentena, desapareció. Todos estaban preocupados, ¿Dónde estaba su valiente héroe? Los días pasaron, y cuando se cumplió la semana, nadie lo soportó más y entraron en su casa. Nadie esperaba buenas noticias. Todos aguardaban la aparición de un cadáver. Y es que aquel hedor que desprendía su hogar cuando la puerta se abrió, anunciaba, sin duda, algo mucho peor. William apareció muerto sobre su cama, y a su lado permanecía el cadáver momificado de su amada. Nadie supo que pudo ocurrir, ni siquiera querían imaginarlo.
La aparición del diario de su esposa mostró la dura realidad.
William Mitford era un monstruo.
Celoso, posesivo, paranoico. Ella nunca quiso casarse con él, pero no le quedaba más remedio. Se obsesionó con una supuesta aventura entre su esposa y su mejor amigo, así que después de una ruda pelea entre ellos dos, le mató. Después regresó a su pueblo sin que nadie le viera para hacer lo mismo con ella. William se quedó con su cadáver y así se aseguró de que su “para siempre” fuera definitivo.
William era joven y nadie sabe cómo murió. Se dice que su esposa por fin pudo cobrar su venganza desde el mundo de los muertos.
El pueblo quedó trastornado, nadie podía esperar algo así de su héroe. Poco a poco todos se volvieron locos, y el pueblo quedó maldito. Y es que, William Mitford era un monstruo que se disfrazó bien, y que supo acabar con todos.