‘’Cazadora’’ le nombraron; no era ni una persona, ni un animal, ni siquiera servía de eufemismo para referirse a nada en concreto. Es el nombre extraoficial al que se le denominó a una obra abandonada de muchas miles, sin connotación alguna.
Pues una fatídica noche, lo que se sospecha y se sigue sospechando que era una secta satánica, sacrificaron a una mujer, joven, hermosa y… embarazada.
Su sangre sirvió para realizar una serie de dibujos en suelos y paredes, su feto asomaba por la herida profunda de su vientre.
Después de intensos días bajo investigación y tener dicho lugar repleto de cintas policiales, unos niños que salían del colegio e iban todos los días a esa obra volvieron a husmear.
Experimentaron pesadillas en el pasado sobre ‘’La Blanca’’, el apodo del espíritu de aquella mujer, que se aparecía por las escaleras y pasillos de la obra, con horrendos gritos y desgarradores, hacía padecer a la gente que salía de ahí taquicardias y paranoia inducida por el espíritu.
Aquel lugar con el pasar de los años se deterioró, atrajo a más energías ajenas para quedar precintados ahí y los niños eran ya adolescentes.
Tuvieron muchas vivencias durante esos años las noches que visitaban Cazadora, traían amigos, drogas, muebles… Pretendían hacer de aquel lugar su ‘’after’’ para cuando volvían de fiestas.
Un sábado por la noche decidieron traer una ouija y experimentar, saber por qué Cazadora es así, por qué La Blanca está gritando siempre, por qué el ambiente se torna tan oscuro y gélido, a la par que caminas criaturas entre las sombras se movían.
Entonces, tabla en el pavimento y manos en el vaso del oráculo, comenzó lo que después de tantos años se volvería a considerar un ritual.
¿La primera pregunta? ‘’¿Quién es La Blanca?’’
Ni el tablero ni el vaso se movían, todos se miraron.
Uno de ellos quitó su mano del oráculo, cuando de repente se movió lentamente. Un alma débil movió el vaso, avisando a todos los presentes que La Blanca le iba a hacer daño a uno de ellos. Uno agachó la cabeza y cayó al suelo, se había desmayado por un tiempo, lo que provocó la histeria del grupo y el abandono de Cazadora.
Pasaban los meses, los años, ellos se atrevían a entrar una y otra vez, vivieron una posesión, planchas metálicas volaban hacia ellos sin un ápice de viento…
Ya La Blanca tenía tanto poder que a dos kilómetros desde una autopista, se veía su figura, sin rostro y con un vestido blanco como su piel.
Toda esta obsesión atormentó al grupo, hasta que un día caminando por el borde de aquella autopista, La Blanca se aparecía frente a ellos unos segundos, ellos quedaron congelados y en su desvanecimiento, unas luces aparecían desde el horizonte, se dieron cuenta de que estaban en medio de la autopista y no en el borde.
Un enorme camión les pasó por encima y sus almas atrapadas en lo que desde niños llamaron Cazadora.