Un estruendo rompió la tranquilidad de la madrugada, tranquilidad de la que otros disfrutaban, pues yo sentía que no había pegado ojo. Estuve toda la noche soñando con experiencias extrañas, personajes ficticios y escenarios desconocidos, entremezclados con imágenes cercanas y personas familiares. A cada rato los perdía y sin llegar a despertar comenzaba un nuevo sueño; pesadilla tras pesadilla, notaba que estaba sudando y llorando sin llegar a despertar. Nunca antes tuve una noche tan espeluznante.
Por fin despierto. Pero apenas intuyo los dedos de los pies; me cuesta moverlos. A la altura de las rodillas me incordia un hormigueo intermitente que me impide mover las piernas. No deben de ser más de las seis de la mañana, porque no ha sonado el despertador; no veo ni un rayo de luz que entre por la claraboya, ni escucho a los madrugadores estorninos posados en los cables de afuera, como cada amanecer. Tengo húmedo el pantalón, está empapado, en contacto con mis muslos. ¿Qué ocurre? Siento presión en el vientre, presión desde dentro, como si algo quisiera salir. Me cuesta respirar y por momentos me falta el aire.
Un escalofrío sacude mi cuerpo de arriba abajo a cada instante. No acierto a comprender qué ocurre, ¡Si es verano! Me siento inmóvil, inerte; quiero levantarme y no puedo; mis ojos encuentran dificultad para abrirse; mis párpados pesan demasiado; el olor de la habitación no es el que acostumbra a ser cada día, ni oigo ronquidos a mi lado. Todo me resulta realmente extraño. No comprendo qué está ocurriendo. Anoche estuve con unos compañeros de facultad cenando para celebrar que termina el curso, y que España ganó la Eurocopa este año. Estuvimos en un restaurante nuevo, con aires Neoyorquinos, que inauguraron hace un par de meses en Malasaña; después tomamos unas copas y supongo que nos fuimos, porque no recuerdo mucho más.
A mi alrededor oigo voces, no las conozco. ¿No estoy solo? ¿Quién hay conmigo? No acierto a entender lo que dicen. ¿Quién hay en casa?, ¿No es mi habitación?, entonces, ¿Dónde estoy? Intento incorporarme y no puedo. No entiendo por Dios, que alguien me explique. Parece que no me escuchan… a decir verdad yo tampoco me escucho. No puedo girarme ni siquiera. Tengo miedo. ¿Qué es esto? Si ayer estaba tan bien ¿dónde demonios estoy ahora?
Parece que las voces se alejan, pero, sigo sin poder menearme por mucho que intento agitar mis manos o mis piernas. Mi cara está empapada en lágrimas y sudor, puedo sentirla. Por fin creo ver algo. Lo intento, con dificultad, pero, ¡creo que sí! Percibo una tenue luz entre las pestañas de mis ojos, ¡puedo abrirlos! Todo a mi alrededor es blanco inmaculado; no estoy en mi casa, pero…
- ¿Hola?
Nadie responde. Un cuchillo ensangrentado en mi mano. No puedo moverme; no comprendo qué ocurre.
En la esquina del fondo de la estancia, a media altura puedo intuir un calendario colgado. ¿enero de dos mil veintitrés? ¡Si estamos en dos mil ocho!