Muy bien, venga, ahora con vuestro compañero, ejercicios dos y tres.
Los estudiantes por parejas, se ponen a hablar. Camino hacia el fondo de la clase, compruebo que están practicando, escucho que pronuncian bien y que hacen lo que les he pedido.
Conforme avanzo, noto algo extraño en la boca. Voy con la lengua al lugar donde está ese algo extraño y siento que uno de mis colmillos se mueve. Lo recorro más detenidamente con la lengua. Lo empujo, lo empujo… y el diente, de pronto, cae.
Joder, se me ha caído un diente. Qué hago.
Noto el sabor a sangre. Cojo el diente con los dedos, lo observo y está ahí, entero, con su raíz. No sé muy bien qué hacer con él así que me lo meto en el bolsillo del pantalón y sigo con la clase. Espero que no se den cuenta. No dejo de poner la lengua en el agujero que ha dejado el colmillo.
Otra vez al dentista, es que nunca llego a fin de mes.
Una alumna ha levantado la mano y voy a su mesa. Intento no abrir mucho la boca al hablar. En cuanto la cierro, pongo la lengua en el hueco, no puedo evitarlo.
Sigo la clase deseando que pase el tiempo, deseando teletransportarme al dentista, deseando que se solucione ya todo por favor.
Hemos practicado algo más y les pido que preparen un role-play en pequeños grupos. Hablo con mucha dificultad.
Vuelvo a notar algo extraño en la boca, en el diente de al lado del colmillo, no puede ser. Palpo con la lengua de nuevo el diente. Esta vez intentaré hacerlo con cuidado. Pero está como cayéndose solo, y se cae. Tengo el diente ahí, suelto en la boca y voy rápido al fondo de la clase y de espaldas, lo cojo y lo miro. Otro diente más, con su raíz.
Qué hago. Me queda más de la mitad de la clase, ¿se me están cayendo los dientes? ¿Qué me pasa?
Sigo de cara a la pared, al fondo y empiezo a tocarme muy despacio los dientes. Uno a uno y con horror siento que se mueven. Pero que se mueven todos, todos los de delante. Conforme más presión hago, más se mueven. No quiero empujarlos pero no puedo evitarlo. Presiono más y más cada vez, es algo superior a mis fuerzas. Los dientes delanteros van como desprendiéndose y uno a uno, caen. Se quedan ahí bailando en la boca. Los limpio con la lengua y con cuidado los escupo. Son cuatro. Los meto con los otros en el bolsillo del pantalón.
Me queda más de la mitad de la clase.