Agorafobia: Temor obsesivo ante los espacios abiertos o descubiertos que puede constituir una enfermedad.
Recuerdo como todo empezó, fue poco a poco, como una prenda que se va encogiendo.
Fue en una de esas excursiones que nos hacíamos todos los años, íbamos un grupo a la montaña. Ese año todo fue muy bien, si hasta conseguimos dormir en un refugio de Cotos en Rascafría, el problema fue que por la mañana yo no conseguía salir de la cama, estaba agarrotado bajo las sudorosas mantas, lloroso y acojonado, como si hubiera despertado a una pesadilla. Se me pasó enseguida, algo que habría comido.
No le hice mucho caso, siempre he sido una persona muy sociable, “chicolero” diría Elvira, mi tutora de infancia, el chaval con una sonrisa en la cara, una tontería en la boca y un pie en la calle… y un “sustito" de esos no iba a fastidiarme, aunque dejé de entender cómo a la gente le podría gustar ir de cañas por el centro, algo que poco antes me encantaba. Me estaré haciendo viejo pensaba, eso ya no era para mí. Si hasta dejé de ir a la Mucca de Pez, quién lo diría…
Sara empezó a preocuparse, nunca salíamos, yo no quería, ¿para qué salir si en casa podíamos hacerlo todo?, invitábamos a nuestros amigos y familiares… la casa estaba siempre llena aunque no duró mucho, las crisis aumentaban y por ende el chico “dicharachero” desapareció, la gente no volvió, Vivir conmigo cada día era más difícil… Por seguridad dejé de salir de la habitación si no era necesario y Sara se marchó.
Mi hermano venía un par de veces a la semana a ver como andaba, hablábamos a través de la puerta del baño, ese era ahora mi hogar, sólo ahí me encontraba seguro… hacía de tripas corazón, me traía la compra, noticias y soportaba mis desmanes… dejó de venir.
A oscuras en mi último refugio, la bañera, con el agua taponando mis oídos, por fin sé lo que tengo que hacer, cómo solucionarlo, lo sencillo que es.
Mis ojos vuelven a tener ese brillo que perdieron antaño en una montaña mientras se tiñe el agua que tantas veces me protegió del sonido, de la gente, del infinito, pronto mi ya famélico cuerpo estará por fin aprisionado en un espacio minúsculo, sin aire, sin vida, me espera por fin una apretada mortaja que oprimirá todo lo que alguna vez fui.