FINAL DE PARTIDA
Tocaron a la puerta de su habitación y de mala gala, emitió un gruñido a forma de saludo. Su madre le traía unas galletas y un vaso de leche caliente, para que por lo menos cenase algo. La pobre mujer le trataba todavía como si fuera un niño. Dejó la bandeja encima del escritorio mientras murmuraba sobre lo pernicioso que era jugar tantas horas a videojuegos.
Su mejor amigo le había pasado un video juego nuevo en el que había estado trabajando durante meses. A pesar de que estaba en modo pruebas, quería la opinión de alguien que entendiera del tema antes de presentarlo a una empresa inglesa que estaba interesada en su oferta. Para un estudiante de último año era una buena oportunidad.Así que habían decidido celebrarlo y ese viernes habían quedado a cenar en el restaurante Lamucca, con la idea de echar unas cervezas y pasar un buen rato.
Al despedirse, Leo le susurró que quería darle algo para probar el fin de semana. Ahí estaba, el dichoso videojuego del que había estado hablando a todas horas.
Habían pasado 32 horas desde el momento en que se guardó el juego en su bolsillo. Se despidieron y decidió jugar una partida antes de irse a dormir. Las siguientes horas habían pasado volando. El video juego trataba de una sociedad apocalíptica en el que el personaje principal tenía que ir luchando contra unos seres oscuros que querían exterminar la raza humana. Su misión era llegar al último nivel y matar a su líder para poder instaurar un estado de paz. La idea estaba bien, los gráficos eran increíbles y además, tenía algo hipnótico.
Sin embargo, se había atascado en la última pantalla donde no podía avanzar. Sentía la insaciable necesidad de continuar y acabar el juego. Desde hacía un par de horas notaba cómo sus reflejos eran más lentos. Una sensación de intranquilidad le oprimía el pecho cuando un mensaje en letras blancas apareció en la pantalla:
RÍNDETE
Pulsó la tecla de escape y empezó a sentir un dolor punzante en la parte trasera de la nuca. Una sensación de terror se apoderó de él mientras se mareaba. Una oleada de pánico le paralizó y le impidió pedir auxilio. ¿Sería un ataque al corazón? Entonces, escuchó un ruido fuerte que le hizo caer al suelo al tiempo que se tapaba los oído como si le fueran a reventar los tímpanos. Ese sonido procedía de su ordenador. La oscuridad invadió sus retinas dejándole en la más profunda oscuridad y entre tinieblas, tanteó el suelo irreconocible intentando incorporarse. Sin embargo, otro fuerte estruendo pareció traspasarle de una parte a otra de su cuerpo. Abatido, cayó mientras se llevaba las manos al pecho presa de la asfixia.
Su madre corrió a la habitación al escuchar alboroto. No pudo evitar un grito de terror al abrir la puerta del cuarto y ver a su hijo en la pantalla del ordenador, muerto.
Escrito en letras grandes, aparecía parpadeando un mensaje:
Fin de partida.