Había sido un día tranquilo de invierno, pero esa noche, algo se apoderó de la ciudad. Un aire frío
penetró en cada casa y dejó a sus ocupantes totalmente paralizados. Unos minutos más tarde, Elsa
llegaba a su casa después de un largo viaje.
Sintió un frío invernal recorriendo su cuerpo. Las temperaturas habían bajado hasta -2ºC, o al
menos eso era lo que indicaba el cartel luminoso de la farmacia de al lado. Mientras caminaba
hasta su casa, se fijó en que la luna estaba menguante y parecía que le sonreía. Al entrar en casa
pensó que todos estaban durmiendo.
Atravesó la cocina y vio a su hermano sentado en el sofá. Le gritó, pero ni la miró. Se abalanzó
sobre él, estaba totalmente paralizado. Pidió ayuda pero nadie la escuchaba, fue entonces cuando
vio un grupo de personas que se movían de forma extraña, entrar en la casa de la vecina. Y de
repente, sintió un aire gélido en su espalda, se dio la vuelta y solo puedo ver un hombre que se
acercaba hacia ella.
Cuando recuperó la consciencia estaba en una sala enorme junto con más gente aparentemente
dormida, se levantó y empezó a correr hacia la puerta más cercana. Al abrirla, se dio cuenta de
que no tenía escapatoria, estaba en una estación espacial. El mismo grupo de gente que había
visto antes, se dirigía con paso firme hacia ella y de nuevo ese aire frío. Sintió un dolor muy fuerte
en el brazo y vio como una pieza redonda y metálica se introducía en su brazo, mientras la
sujetaban con fuerza.
Horas más tarde, se despertaba en el sofá de su casa. En su cabeza todo parecía haber sido un
sueño, hasta que tres cortes en su brazo derecho formando una especie de círculo.