Una noche más Elisa no podía dormir, en la televisión solo ponían los bloques publicitarios era muy tarde mañana le tocaba trabajar. Ya había estado antes en la cama, salió a ver la televisión otra vez, no tenía ni pizca de sueño. No quería ponerse una serie, por si acaso se enganchaba. Fue al balcón, miro un rato las estrellas, se dijo para sí misma que esta vez no tendré miedo ya no soy una niña.
Elisa vivía sola, se metió a la cama, sospechaba que una sombra le observa mientras dormía. Ella notaba su presencia todas las noches en su habitación, no estaba loca, notaba como algo la miraba todas las noches. Revisaba su cuarto como los niños pero no encontraba nada. Algún día se queda por miedo a dormir en el sofá. Era una sombra ella estaba segura, por eso no la encontraba en su registro.
Cuando se metía en la cama se hacía un ovillo para no mirar. Esta vez no fue así, se tumbó todo lo larga que es y boca arriba. Observaba curiosa las sombras, ya estaba a punto de dormirse cuanto vio una sombra moverse por el techo. La siguió con la mirada, por primera vez no tuvo miedo. La sombra andaba como perdida buscando algo, se movía de un lado a otro. Elisa se armó de valor y le dijo:
- Yo soy Elisa, ¿Qué buscas?
La sombra se acercó hacia ella pero no le dijo nada. Entonces Elisa dijo:
- No tengo miedo, ¿quieres que seamos amigos?
Elisa en aquel momento entorno los ojos, y vio que no era una sombra. El miedo le empezó a invadir pero se había prometido que no iba a tener miedo. Lo más asqueroso que había visto en su vida se estaba aproximando a ella, y le acababa de decir que si quería ser amigos. Si tenía miedo y mucho. Mentalmente se repetía “no tengo miedo, no tengo miedo…” una y otra vez. De piel oscura, al abrir lo que parecía la boca salió una especie de lengua que en la punta contenía una boca; cuando lo tuvo apenas a diez centímetros de la cara, se tumbó entre sus hombros. Entonces desapareció el miedo, no le estaba haciendo nada solo tumbarse encima de ella cual mascota. Una mascota no muy agraciada pero solo eso. Estuvieron juntas, Elisa se quedó dormida, noto como su sombra se fue, ya no la notaba en su pecho, abrió los ojos y la vio irse por el techo.
A Elisa ya no le asustan las sombran, ya sabe que la vigilan por la noche. Su extraña amiga la protegerá si algo malo le va a pasar.