Se que vienes por mí, dijo aquel espanto de hombre mostrando una sonrisa siniestra... así que no te escondas trás esa vieja cortina...quizás esa nube negra oculte tus colmillos pero puedo ver tus ojos color fuego brillar detrás de ese casco de hierro...
Te recuerdo que toda mi vida he sido cruel, vacío y carente de emociones...Jamás me importó el bienestar del prójimo, me alimentaba con sus desgracias y me sentía fuerte al verlos sufrir...
Desde pequeño la maldad a estado en mi... A veces me golpeaba a mi mismo dejandome marcas para culpar a los otros niños y fuesen castigados... A los 10 años torturaba aún más a las aves atrapadas en jaulas, les botaba el alimento y el agua, y en algunas oportunidades pasaban días sin probar un solo bocado, cantaban desesperadas y todos en el orfanato creían que estaban felices...pero yo sabía la verdad detrás de su canto melancólico...
A los 15 años fui adoptado, mi nuevo padre abusaba de mis hermanos... Hasta que una noche me cansé de sus paseos nocturnos y lo espere en el lugar exacto donde su altura y la mía coincidían, en el segundo peldaño de la escalera que conducía a nuestros cuartos... Allí estaba yo, con una botella en la mano, esperando... Lo golpeé tan fuerte que la botella se partió, él cayó pero aún se movía... Tome el vidrio más afilado y abrí su pecho como un cerdo... Su sangre se mezcló con el licor y finalmente murió... Salí corriendo de aquella casa, no porque sintiera miedo o arrepentimiento, sino porque estaba contento de ver su sangre entre mis manos...
Recuerdo el día cuando tocaron a mí puerta solicitando ayuda para transportar a Wodahs al hospital, un niño de 6 años que se había tragado una moneda, allí estaba él, en frente de mi retorciéndose como un gusano...entre a mi casa simulando buscar las llaves del vehículo... sólo salí por detrás y desde la distancia veía como se sofocaba... Lo ví mirarme y señalarme antes de morir... No puedes imaginar el éxtasis que nadaba entre mis venas, sentía que eran mis manos que lo estrangulaban y hacían crujir su frágil cuello...
Sabes que soy un gran soldado para tu rebaño... ya no te ocultes...Puedo ver tus pezuñas en la oscuridad, tu cuerpo no lo distingo, ...muestrate ya... que la muerte te puedo ganar y quiero estar despierto para recibir mi premio...
De repente, la nube se hizo más espesa, sintió que lo levantaban de su cama y lo arrojaban en un fuego que nacía de las entrañas de una serpiente disfrazada... Sus gritos a nadie le importaban, por las mañanas el animal lo devoraba y por las noche en forma de excremento lo expulsaba... Día tras día su castigo se repetía, no moría, no dormía, no lloraba... Esta no era la recompensa que él esperaba por haber pisoteado algunas almas...