Respiro, al menos respiro. No puedo moverme, concentro todas mis fuerzas en mi
mano, mi mano derecha, la que tantos éxitos me ha dado. Impotente, sólo soy capaz de
respirar lo justo para mantenerme consciente. Estoy tumbado boca arriba, sobre mi algo
parecido a una plancha de hormigón, adherida como un guante a mi silueta. Mi mente corre
veloz, estoy atrapado, amenazado, el peso de la plancha cada vez es mayor.
- Sabes quién soy- su voz no me es extraña- y hoy es el día del juicio final.
Demasiados trabajos realizados para averiguar quién está detrás. Demasiados cadáveres
que reclaman su venganza.
La presión de la plancha aumenta, casi no puedo respirar, mi mano derecha está a punto de
reventar.
- ¡¡Suéltame!!- grito.
- Aún no te duele, ¿verdad? Hemos provocado dolor y sufrimiento, muchas veces,
demasiadas, crees que es lo mismo pero no lo es. Ahora sufres, está en tu mente.
Pronto llegará el dolor.
- Por favor- su tono tiene algo diabólico, siento pánico.
Oigo el crujido de los huesos de mi mano, el cuerpo conduce perfectamente el sonido hasta
mi cerebro.
- Ahora sientes el dolor. Dolor y sufrimiento, que bella catarsis. Que paradoja, la
purificación a través de la luz, proyectada en tu sombra. Todo el dolor que hemos
provocado, todo el sufrimiento que hemos sembrado.
No puedo hablar, todo mi cuerpo se encuentra aplastado bajo la plancha y la presión sigue
creciendo, cada vez es más difícil respirar. Sé que voy a morir y deseo que sea rápido.
- Soy yo. Aquella que has alimentado cada vez que aceptabas un trabajo. Cada vez que
tu mano apretaba el gatillo y robaba una vida a este mundo yo me hacía más oscura,
poderosa, siempre agazapada, paciente.
El dolor es insoportable y mi mente se concentra en la plancha, en la impotencia, en la
certeza de que no hay escapatoria. Oh Dios, el dolor es penetrante y se fusiona con el
tormento extremo y perfecto que crea mi cerebro.
Apenas respiro, la presión es insoportable, las lágrimas están atrapadas en mis ojos sin
poder huir de las cuencas. Quiero borrar su imagen, pero ella me acecha, lóbrega, negra,
orgullosa. Sé quién es, siempre ha estado a mi lado, inseparable.
Mi asesina.
Mi sombra.