Relato:
Se han sentado en la mesa redonda junto al murete de la cocina. El
restaurante está al fondo de la plaza, en la calle del Pez. Esperan dos
pizzas – boletus y noruega – que les gusta compartir.
De repente, una mujer joven aparece en la sala. Viene del lavabo. Trae
la ropa manchada de rojo, con los brazos goteando sangre. Él se levanta,
asustado, al ver a la mujer caminar despacio entre las mesas. Nadie le
presta atención.
- ¡¿Pero has visto?! – exclama, señalando hacia la joven.
Balbucea, da dos pasos, regresa, duda. Un camarero se cruza con platos
de una comanda, sin reparar en la chica ensangrentada.
- ¿Qué, qué, qué…? – no acierta a terminar.
Se vuelve hacia ella, que alza la cabeza y le mira, aunque aquello no
es una mirada: sus cuencas vacías dejan caer hilos de sangre donde hace
un momento estaban sus ojos, sus hermosos ojos verdes.
- ¡¿Qué te pasa, qué pasa?!- grita aterrado.
Los comensales de la mesa vecina se vuelven hacia él, al escuchar sus
gritos. Y sus caras… ¡sus caras no tienen ojos! Sus cuencas también
gotean sangre sobre el tablero de la mesa.
- ¿Qué te ocurre?, ¿estás bien?- le pregunta ella, volviendo su rostro
sin ojos y alzando un brazo para…
¡Su brazo! Su mano es un muñón sanguinolento, un resto de colgajos y
tendones donde asoma el hueso. ¡Y lo mismo, los vecinos de mesa!: sus
brazos están mutilados, sin manos, sin dedos, sin piel… El camarero
vuelve a pasar frente a él ¡y camina sin ojos!
- ¿Qué es esto?, ¿qué pasa?, ¿qué es esto? –.
Tiembla, da un traspiés, choca contra el murete. Se aleja de ella, que
se levanta – ¡sin manos, sin ojos! - y camina hacia él, alzando los
muñones sangrientos.
- ¡Su pizza!- anuncia el camarero ¡sin ojos!, posando el plato sobre su
mesa.
Allí está, una pizza de bordes crujientes, humeante… ¡con los ojos de
ella! ¡Están sobre el queso, sobre los hongos! Sus ojos, dos bolas
sanguinolentas, los nervios blanquecinos, con el precioso iris verde
descansando sobre la lámina de queso.
- ¡Tus ojos, tus ojos – aúlla- tus ojos, tus ojos, tus ojos…!
En el hospital, entran y salen compañeros, amigos… Algún familiar da
explicaciones: en mitad de la ciudad, la camioneta estaba descargando,
la plataforma a la altura del coche, se empotraron a demasiada
velocidad…
Despierta con un dolor enorme en todo el cuerpo. Siente escozor en los
ojos, picor en las manos, dolor en las piernas, en los brazos, en el
pecho…
- ¿Está despierto?
- Creo que sí, el monitor muestra más ritmo cardíaco…
- ¿Nos oye?
- No lo sé. Es pronto. Tenemos que esperar.
Ella asiente. Lleva un pijama del hospital y un brazo sujeto por una
férula. Su rostro, cuello y brazos muestran heridas y esparadrapos.
Mira la mesa con dos frascos ámbar que han traído del quirófano: en uno,
varios dedos flotan en un líquido traslúcido. En el otro, dos ojos.