Después de un año de búsqueda ininterrumpida, el video snuff nos dio claridad sobre la desaparición de Yocasta. Un martes de octubre, había salido furiosa de nuestro apartamento después de recibir una llamada de su jefe. Yocasta trabajaba para la empresa de limpieza Spotless. Yo estaba en la cocina preparando unos huevos fritos y Yocasta colgó el teléfono para decirme que le habían ordenado presentarse al tanatorio Manzanares para hacer una completa limpieza en el lugar. Yocasta me dijo que su jefe era un bastardo, que de cien empleados que tenía la había llamado precisamente a ella y juró comprar un muñeco vudú hecho a su imagen y semejanza para clavarle alfileres y hacer que su exitosa empresa cayera como un castillo de naipes. Yocasta salió hacia el tanatorio con un portazo que retumbó en mis entrañas. En el lugar, hizo un completo aseo de pasillos, baños y salas de velación. Su irascibilidad explotó cuando un funcionario del tanatorio con los mismos ojos de William Burke y la misma sonrisa maléfica de David Berkowitz, le pidió que aseara uno de los hornos crematorios. Yocasta llamó furiosa a su jefe. Le dijo que nunca había recibido inducción para asear un lugar así y que su portafolio de servicios no incluía hornos crematorios. El jefe se disculpó con ella, le explicó que el servicio de limpieza del horno crematorio estaba en una cláusula del contrato de limpieza e intentó calmarla diciéndole que le pagaría el doble de lo que solía pagarle. Yocasta colgó y tuvo que ir en busca de un vaso con agua para calmarse. Minutos después, entró al horno crematorio. Estaba tratando de limpiar una mancha ocre que había en una de las paredes cuando la puerta, a través de la que había entrado, se cerró de repente. Yocasta intentó abrirla sin éxito y comenzó a pedir auxilio, pero nadie la escuchó. Al darse vuelta, se dio cuenta de que la pared del fondo era de vidrio vitrocerámico. Vio llegar a un hombre muy elegante y tomar asiento en un cómodo sofá. Yocasta le hizo señas para que la sacara de allí. El hombre no solo la ignoró, sino que prendió un tabaco y se sirvió un vaso con whisky. Presionó un botón rojo ubicado en el extremo izquierdo del sillón y Yocasta no tardó en darse cuenta de que la temperatura aumentaba. Se desnudó mientras le gritaba con desesperación que la ayudara a salir. El hombre la escrutó con la mirada sádica de un emperador romano. El cuerpo de Yocasta terminó envuelto en llamas y minutos después, ya era solo un puñado de cenizas. La policía descubrió el video snuff circulando en la Deep Web. Era necesario pagar una importante suma de dólares para verlo. Me lo mostraron y no tardé en reconocer a Yocasta. La policía aún no da con el paradero del hombre del video. Creen que es un importante aristócrata diagnosticado con un trastorno tanatofílico de la personalidad que comercializa videos snuff en la Deep Web.