Yo siempre había sido una persona más bien desconfiada, no diría que soy un paranoico tampoco, pero me gusta saber dónde voy, cómo y cuándo llegaré, qué me voy a encontrar, cómo voy a desplazarme, dónde dormiré o comeré. Creo que es normal, ¿no? Normal cuando vas a hacer un viaje. Tienes que saber a dónde vas, ¿no crees? Tú lo sabes bien, Julia. Sabes que soy previsor. No, no soy un controlador, Julia. Solo me gustaría saber los detalles del viaje. No, Julia, no quiero que sea sorpresa. No, dime dónde vamos. ¿No me lo vas a decir? Que no vaya si no quiero, vale. Por ti me dejaré llevar, vale. Sí, sí confió en ti. Colgó. No es que no confíe en ti, Julia, es que no confío en nadie.
¿Y ahora qué? Voy al ordenador a ver si encuentro algo en el historial que me dé una pista. Google. Así que hoteles en París, eh, Julia. A ver, a ver, ¿cuál será? Seguro que es este. Google Maps. Siempre te han gustado los hostales pequeños, metidos en callejones con caminos de piedras. Seguro que es este. Tiene una pinta preciosa, Julia, te has esforzado. La fachada es de color salmón, tiene balcones pequeñitos con ventanales de madera oscura, perfectos para que puedas fumar mientras yo duermo, podrían darnos la habitación del último piso, así veríamos todos los tejados del barrio…
Espera. ¿Qué es aquello que se ve en la ventana de la casa frente al hotel? Parece un hombre. ¿Es un hombre desnudo? Voy a acercarlo, seguro que puedo verlo mejor. ¿Qué tiene en la mano? ¿Qué es? ¿Un cuchillo? No, no, parece rojo. Lo aumento. Espera. Tarda en cargar. Lo veo todo borroso. Parece que hay alguien más en la habitación. ¿Qué pasa ahí? La imagen se ha vuelto nítida. Sí, sí que es un hombre desnudo empuñando un cuchillo frente a otra persona, que no logro distinguir. Lo que sí distingo con horripilante claridad es la sangre, la sangre espesa tiñendo toda la habitación de un color bermejizo terrible.