Valeska tan solo tenía 22 años y conocía como nadie la desesperación. Esta le condujo a irse muy lejos de su hogar por un empleo, de camarera en un alejado pueblo.
La oferta era suculenta, buen sueldo y hasta una casa con un agradable abuelo. 1000 euros al mes sin gastos en comida ni en casa es algo difícil de rechazar.
La casa estaba muy alejada y era una casa vieja. A los dos días ya estaba allí, con su maleta y su adorable nueva jefa la cual la condujo a su nuevo hogar.
Era una casa vieja, muy grande y demasiado oscura. Las luces parpadeaban, el suelo crujía, pero con suerte solo estaría en esa casa unas horas.
Al llegar ahí estaba ese adorable abuelo, enfrente de un televisor en blanco y negro. ¿2020 y aún existen televisores así? Se preguntó una inocente Valeska.
Aquel hombre era muy agradable, la invitó a una sopa nada despreciable, al poco rato se fue a dormir. El sueño era intenso, muy cansada pese a ser las 20:00 horas.
La primera noche fue extraña ya que pese a que durmió al momento tuvo una extraña pesadilla, ella estaba en un sótano, sin ropa con un hombre desnudo con la cara tapada con una máscara de soldar, este simplemente la observaba.
A la mañana siguiente fue a trabajar, un día normal y tranquilo en su nuevo trabajo. Al llegar a su nuevo hogar se encontró con la misma extraña escena, la tv en blanco y negro y el adorable abuelo con su sopa caliente.
¿Usted no cena Antonio? Dijo Valeska.
No cariño, yo ceno más tarde.
La segunda noche vomitó, aquel caldo no le sentó nada bien, aún así pudo dormir. No obstante volvió a tener un extraño sueño, mismo escenario que el anterior solo que en está ocasión aquel extraño hombre la contemplaba mucho más cerca.
Al día siguiente se levanto con un malestar después de haber vomitado, aquella casa con tanta humedad no era el mejor sitio, pensó Valeska.
Después del trabajo le esperaba la misma sopa, pero esa vez Valeska trajo comida del supermercado, tan solo probo una cucharada y se fue al cuarto. Aún así durmió plácidamente, al menos unas horas.
Aquel sueño volvió, pero esta vez fue muy diferente, todo era demasiado real, ella estaba encima de una especie de cruz, atada y al fondo, sentía frío, miedo y olía un extraño olor, en la oscuridad se escuchaban unos pasos, se acercaba aquel hombre, andaba lento, pero con paso firme.
Comenzó a tratar de despertarse, pero no podía, el despertador no sonaba.
Aquel extraño hombre ya estaba muy cerca, en su mano tenía un bisturí, al quitar su máscara de soldar, Valeska vio de quien se trataba. Era el abuelo y su cena era ella.