Otra noche más frente a la pantalla del ordenador.
Viendo el parpadeo incesante del cursor en la pantalla.
Tic, tic, tic.
Ahora está, ahora no.
Miro a mi izquierda.
Mi abogado yace en el suelo.
La sangre ha formado coágulos en la oscura herida de su cabeza. Está empezando a oler a podrido.
Pero no importa.
Sigo escribiendo.
El puntero continúa con su intermitente parpadeo.
Tic, tic, tic.
Ahora está, ahora no.
Ahora está, ahora no.
La muerte ha venido a verme; lo sé por el olor, porque que no veo guadaña.
¡Pues ya puede irse de una maldita vez, señora! ¡Porque si este capullo hubiera hecho bien su trabajo, aquí no olería tanto a mierda!
Y usted, ya que tan rápido ha venido, acabe su trabajo y lléveselo de aq...
Espera un segundo.
Cierro los ojos. Los abro de nuevo.
Cierro los ojos.
Los abro de nuevo.
Ahora está, ahora no.
Ahora está.
Ahora no.