Nunca he podido dormir si no era en completa oscuridad...incluso la mínima rendija o punto de luz me despertaba, me impedía dormir.
Anoche sin embargo la oscuridad parecía poder palparse...una oscuridad de una densidad inusitada, que parecía tener existencia propia, porque no daba la sensación de que esa existencia pudiera llamarse “vida”.
Además parecía haber devorado cualquier sonido...los que ocasionalmente llegaban de la calle, producidos por el motor de un coche, los típicos transeúntes, la pareja al otro lado de la pared...
Ni siquiera me atrevía a moverme porque la ausencia de todo indicio de vida me hacía temer una presencia acechando, esperando cualquier sonido para lanzarse hacia mí.
Permanecí así lo que me pareció una eternidad, aunque supongo que serían algunos minutos..
De repente oí un crujido, puede que un arañazo, algo que no provenía de otras habitaciones ni del exterior.
Seguí inmóvil, casi sin respirar, aunque me parecía producir un estruendo en aquel silencio inconcebible.
De pronto mi oído volvió a captar algo...no era yo...era como un chillido muy breve y muy cerca de mí, y después vi un par de puntos rojos, a muy poca distancia, uno de otro, y muy cerca de los míos.
Sólo había oído hablar de algo semejante, aunque nunca lo había visto, más que de lejos y siempre cerca del agua.
Tenía que ser lo que yo me temía, pero no podía ni imaginar como había llegado allí, y no sabía como llegar hasta la luz.
Pensé que mí única opción, pese a mi instinto inicial, era hacer el mayor ruido posible, por sorpresa, y lanzarme hacia la luz. Lo peor que podía pasar es que me equivocara, que fuera un truco de mi imaginación y que despertara a alguien más, al otro lado de la pared de papel...una razón más para que me extrañara aquel silencio casi total, durante tanto tiempo.
Empezaba a sentir miedo...algo que nunca había experimentado y esperaba que aunque inimaginable, fuera aquello que sospechaba, que pudiera tenido más miedo de mí que el que yo ya sentía, y que un grito grave, alto y corto sirviera para que al menos no se moviera mientras llegaba al interruptor, y que luego la luz hiciera el resto.
Cogí aire en silencio y procuré exhalar un grito, un rugido, que no se pareciera a nada que hubiera oído jamás, para intentar que al menos, lo desconocido, consiguiera provocar al menos un momento de indecisión.
Grité, desde el fondo de mi estómago, apenas un par de segundos, y corrí hacia la luz, volviéndome en seguida y mirando en cada rincón...justo a tiempo para ver una especie de gusano gris escaparse por un rincón, detrás de un mueble, y dentro de la pared, el extremo de una cola.
No pude volver a conciliar el sueño y lo primero que hice a la mañana siguiente fue comprar cemento y comenzar a retirar libros, el mueble, y a sellar aquel agujero, mientras venía el exterminador.