04:06 a.m., calzo mis zapatillas, me levanto de la cama. Siento mucha
calma, todo es silencio a mi alrededor.
Una fuerza extraña hace que deambule por la casa, sin llegar a ninguna
parte. Sin embargo, de repente me embriaga la necesidad de entrar en
la cocina, aunque no tengo hambre. Inmóvil, de pie en el umbral de la
puerta , sin encender la luz, observo en la oscuridad durante unos
minutos, mis pensamientos están algo confusos.
Avanzo de forma sigilosa, voy abriendo las puertas de los armarios y los
cajones. Algo capta mi atención, están brillando con el reflejo de alguna
luz, el juego de cuchillos de mango forjado que compramos en nuestra
luna de miel, hermosos - pienso.
Sin saber muy bien porqué ni para qué, me hago con uno de ellos, de
hoja firme y ancha, capaz de cortar a larga distancia, o es así al menos
como nos lo vendieron, sonrío al recordarlo.
Lo cojo, dándole juego entre mis manos, me dirijo de nuevo a la
habitación.
Ahí está él durmiendo, sumergido en un profundo sueño apacible. Al
acercarme puedo oír su respiración, parece feliz....me siento a su lado,
inesperadamente abre los ojos... me ve, sin mediar palabra levanto el
cuchillo, comienza la carnicería, primero una cuchillada en el pecho,
sintiendo como atraviesa su piel hasta llegar a los músculos y órganos,
ya es mío, doy otra que ha debido chocar con algún hueso porque me
cuesta tirar de la empuñadura, así hasta once o no sé- he perdido la
cuenta-, brota sangre por todas partes, e incluso puedo saborear gotas
en mi boca, está caliente y sabrosa. Se está desangrando, pero no voy
a hacer nada por impedirlo. En un estado casi agónico ya, intenta darme
un manotazo para apartarme, lo cual despierta mi ira. Da igual ya no
tiene fuerzas.
Voy hacia otra habitación.....Ohhhh mi bebé!!!!. Dejo el cuchillo en la
mesilla, me asomo a su cuna, no presiente que mamá está muy cerca.
Lo tomo en mis brazos y respiro su olor, ese olor tan peculiar que
desprende la inocencia. Vuelvo a coger el cuchillo, y sin que me tiemble
el pulso, lo paso por su delicado cuello, no emite ningún gemido, similar
a cortar mantequilla. Ha sido más fácil de lo que pensaba. Coloco su
pequeño cuerpo en la cuna, lo arropo.
Comienzo a dar vueltas por la casa, soledad absoluta. Salgo a la calle
tomando una bocanada de aire fresco, cayendo sobre mi cara unas
gotas de lluvia...entonces despierto!!!!
- ¡No, no! ¡Dios mío!!!!!! ¡Tengo las manos, la ropa...
ensangrentadas!!!!!.
¿Qué he hecho? -