La primera vez que la vi. estaba sobre una piedra y me miraba. La ignoré. No es la primera vez que una lagartija me mira, suponiendo que eso sea mirar.
Venir hasta acá fue tu idea, José.
“Es un festival realmente importante. Es lejos y el viaje es un poquito pesado pero sería una gran experiencia para los chicos.” Lejos dijiste. Eso es cierto, no debe haber otro lugar más lejos de cualquier parte. A excepción del lugar donde dice el mapa que hay una estación de servicio.
¿Qué hace una profesora de Literatura caminando por el medio de una ruta de sal en La Pampa? ¿Qué hace un profesor de Teatro con un tobillo esguinzado esperando en su camioneta llena de escolares y sin combustible? ¿No debería estar a la vista la Estación de servicio?
Obviamente José, no espero que respondas a lo que pienso, pero esta charla mental imaginaria me distrae.
Ya sé que les dije a los chicos que no importa la falta de señal, que antes no había celulares, que no me molesta caminar tres kilómetros ni escuchar mis pensamientos un rato.
Pero ya me aburrieron mis pensamientos, o me asustaron. ¿Escuchaste José? Tengo miedo.
No andan depravados ni asesinos por estas soledades; solamente andan profesores que llevan chicos a un festival de teatro en un lugar de nombre estrafalario.
La idea fue tuya José, viviste mucho tiempo por aquí. Pero yo no debería engancharme en todas tus ideas... ¿cuánto falta para la estación de servicio?
Ya sé que en las salinas no hay escorpiones ni víboras venenosas... pero mi miedo va en aumento.
¿Allá donde se nos paró la camioneta, el horizonte tenía también este color? ¿Por qué no lo noté?
Tampoco noté que hubiera tantas lagartijas. ¿Siempre hubo? Cada piedra que supero tiene una lagartija encima. Esto es una salina regada de piedras cada cual con su lagartija, que tomaría sol si hubiera sol. Eso también es raro. ¿Que hacen las lagartijas arriba de las piedras si no hay sol?
Me detuve para sacar la otra botellita de agua de la mochila y pude ver cómo la lagartija cambiaba de piedra. Veloz, pero sin perderme de vista. Es una sola, está consciente de mi presencia, me mira, me vigila y me sigue.
Ahora definitivamente tengo miedo.
Y muchas ganas de correr.
¿Las distancias de tu mapa son correctas José? ¿No debería haber llegado a la estación de servicio? Cómo me gustaría que me pudieras contestar.
¡No! Vos no, que me pudiera contestar José.
¿Qué estoy haciendo a pié, en la mitad de una salina pampeana, hablando mentalmente con una lagartija que me vigila y me sigue?
Sabe todo lo que pienso y si ella puede escuchar lo que pienso vos también tenés que poder escucharme José, por favor, tenés que poder...
Realmente necesito ayuda José.
¿Qué hizo la lagartija con la estación de servicio? ¿Qué va a hacer conmigo? ¿Y con ustedes?
Ahora sé que no vale la pena correr.